Cuando comencé a escribir esta columna me enteré de la muerte del joven Dilan Cruz, quien fue herido por una bola de goma disparada por un miembro del ESMAD.
En medio de las marchas y cacerolazos de los últimos días, del desahogo de una clase media que ve reprimida la movilidad social y mira angustiada que sus hijos y nietos no van a poder seguir la senda del crecimiento económico y social, la muerte de ese joven es una muy mala noticia para el país, no solamente para el Presidente Duque.
A mi edad y luego de haber participado, con entusiasmo, en todo el proceso que desembocó en la Constituyente de 1991, cuyo corte garantista, liberal y democrático terminó cooptado y manipulado por las mafias politiqueras de nuestra nación que han convertido a la corrupción en la nueva gasolina del descontento popular, no puedo decir otra cosa, sin ser un experto en derecho, que nuestra Carta Magna es muy joven para cambiarla y que lo único que necesita es que la ajustemos y la cumplamos. Y he ahí el leit motiv de los jóvenes que crecieron al amparo de la constitución del 91: el Estado no les ha cumplido con una de sus consignas, educación gratuita y universal.
Dilan marchó porque protestaba al no haber podido entrar a la universidad al serle negado un crédito (QEPD).
“Reimaginando el país” es el titulo de un libro compilado por McKinsey Colombia y que incluye artículos de Rafael Aubad, Ana María Badel, Felipe Bayón, Simón Borrero, Ian Bremmer, Andrés Cadena, César Caicedo, Alberto Calderón, Felipe Cárdenas, Carlos Enrique Cavelier, Felipe Child, Catalina Cock, José Alejandro Cortés, Marta Cruz, Juan Carlos Echeverry, David Escobar, Jorge Fergie, Sofía Gómez, Ana González, Ángel Gurría, Carlos Gutiérrez, Mary Louise Higgins, Ángela Patricia Janiot, Juanes, María López, Andrew Macdonald, Alejandro Mesa, Juan Carlos Mora, Jaime Morales, Luis Alberto Moreno, Juan Ricardo Ortega, Mauricio Ossa, Juan Carlos Pinzón, Eduardo Pizano, Mauricio Ramos, Jaana Remes, Linda Rottenberg, Alejandro Santo Domingo, Kevin Sneader, Adriana Suárez, John Sudarsky, Haison Tang, María Isabel Ulloa, David Vélez, José Alberto Vélez, Carlos Vives y Mario Albeto Yepes.
Me voy a permitir transcribir la presentación de Editorial Planeta a dicho libro: “Son muchos los motivos que tiene Colombia para celebrar y cultivar un porvenir promisorio. Es cierto que son múltiples y complejas las dificultades que el país aún tiene por delante; sin embargo, en un periodo relativamente corto se han logrado avances que han puesto a Colombia en un lugar cada vez más relevante en el ámbito internacional ya no por lo negativo sino por lo positivo”.
Nuestro país cobra mayor interés para organismos multilaterales, empresarios, académicos y artistas quienes lo encuentran dinámico, contradictorio, diverso, sorprendente y mágico, y que ven en Colombia una nación con futuro y no anclada al pasado.
Este libro nació gracias a la invitación de la firma McKinsey & Company en Colombia a más de 40 líderes para que desde la economía, la educación, el deporte y la cultura, entre otros campos, compartieran cuál es su visión del país, logrando al final un balance que resalta las enormes posibilidades que tenemos para seguir mejorando, sin pasar por alto las debilidades y los retos que aún requieren de solución.
El libro fue lanzado, preciso, unos días antes de las marchas y quizás ese estruendo ha opacado y silenciado las voces autorizadas que allí escriben a invitan a ver las cosas buenas del país. A ver el vaso medio lleno.
Aquí, normalmente, cuando escribo acerca de lo que es mi línea de investigación, trato de ver el vaso medio vacío. Esa es la labor de los académicos. No tragar entero y tratar de ver un poco más allá de lo que el Estado quiere mostrar. Pero en este momento del país, me uno a quienes, como desde la iniciativa de Mckinsey, quieren ver y mostrar el vaso medio lleno, las cosas buenas, lo que hemos logrado como nación.
Nos hace falta mucho. Las diferencias en educación son tan grandes entre el centro y el resto del país que Medellín y Bogotá demostraron que ya no son un feudo político.
Hoy las diferencias son entre esas dos ciudades y el resto del país. Concentran no menos del 45% del PIB de Colombia y el 60% de PhD’s están ahí en esas dos capitales.
Reimaginar el país significa, también, reinventar la descentralización y recordando a Juan Carlos Echeverry, en su mejor acepción, buscar como repartir la mermelada en toda la tostada.
Las diferencias que hay no son solo con la Colombia profunda como dijo la alcaldesa electa de Bogotá. Son también entre Bogotá y Medellín y el resto del país. Necesitamos repartir un poco de la riqueza que hay en esas ciudades en el resto del país.
Nicola Stornelli García
Analista de Tendencias Digitales
fundpuertodigital@gmail.com