En entrevista que el presidente francés Macron le concedió a The Economist, él no habló de la Unión Europea sino de Europa. Ha pasado mucha agua debajo del puente desde cuando Henry Kissinger, secretario de estado de Nixon, se preguntaba con ironía: ¿A quién llamo si quiero llamar a Europa?
Los líderes europeos hablan de la construcción europea, del proyecto europeo, pero no se tiene claro el punto de llegada de ese proyecto ¿Una confederación donde las capitales ceden soberanía a Bruselas y a Fráncfort? En 2005, el pueblo francés y holandés rechazaron la unión política al rechazar el proyecto de constitución europea.
Aunque la meta no es la “Unión de Estados de Europa” (un estado federal), la Unión Europea ostenta los símbolos de un país: bandera, himno, moneda, banco central, parlamento, tribunal de justicia, consejo de ministros, pasaporte europeo, asiento en el G7 y el G20, embajadas en el mundo, membresía en organismos internacionales.
De ganar los conservadores las elecciones de diciembre, el efecto principal del Brexit sobre la Unión Europea será sobre el presupuesto, pues la “construcción” europea continuará su curso; el efecto sobre Gran Bretaña será que se convertirá en Pequeña Bretaña.
Los mercados financieros ya han descontado el efecto Brexit, y los Veintisiete están “jartos” con ese tema - que se vayan. Es una realidad, los británicos quieren ser isla.
El presidente francés De Gaulle tuvo razón en rechazarlos dos veces, eran muy distintos: “Para que las islas británicas se puedan amarrar al continente necesitan una amplia y profunda mutación”, dijo.
La Unión Europea es un tratado de paz. En 2012 ganó el Nobel de Paz - desde su creación ha sido el período más largo sin guerras en el territorio que la constituye. Sus líderes invocan la paz cada vez que hay una crisis, y la crisis la resuelven con más integración.
La magia de ese tratado de paz fue haber suprimido las fronteras internas y reemplazarlas por una frontera europea, diluyendo los estados-nación. Para hacer indisoluble la unión, crearon el euro, una mala medida económica, pero un pilar de la construcción europea.
La destreza de la diplomacia europea es lograr que los Veintisiete se pongan de acuerdo sobre casi todo en veinticuatro idiomas diferentes; difieren en los temas geopolíticos, de guerra y de paz: Francia y Alemania no apoyaron la guerra de Bush II contra Irak, España jamás reconocerá a Kosovo como país. En ese contexto, el presidente francés Macron ha puesto sobre la mesa la idea de la soberanía militar con la creación de un ejército europeo.
Ya no se puede confiar en un presidente gringo “que no comparte las ideas del proyecto europeo” le dijo a The Economist, la inestabilidad del socio estadounidense, hace que la idea de defensa europea se instale”.
Ahora bien, ¿quién es el enemigo de Europa? La OTAN es una alianza militar creada contra el Pacto de Varsovia (Rusia). Pero desde entonces han pasado muchas cosas en Rusia: su sistema político y económico se desmoronó, su tamaño disminuyó - hoy sus fortalezas son sus armas nucleares, y la exploración espacial.
No obstante, Rusia sigue siendo el enemigo de la OTAN, y viceversa. Rusia también tiene sus quejas: le incumplieron el compromiso de que la OTAN, su enemigo, no se extendiera hasta sus fronteras.
Macron el reformista plantea como estrategia hablar con los rusos: “Si queremos construir la paz en Europa, tenemos que reconsiderar nuestra posición con respecto a Rusia”.
Rusia no es enemiga de Europa, hace parte de la familia europea, pero es su oveja negra. Putin tampoco es su enemigo, “es un maestro del ajedrez geopolítico”.
Las mujeres estarán al mando de la Unión Europea en los próximos cinco años. La alemana Úrsula von der Leyen (60), con estudios de economía y medicina, madre de siete hijos, presidirá la Comisión Europea, una burocracia de 33.000 funcionarios bien pagados, encargada de fabricar las leyes europeas y velar por su cumplimiento.
Christine Lagarde (62), abogada, que perteneció al equipo olímpico francés de natación sincronizado, presidirá el Banco Central Europeo. Trece de sus veintisiete ministros serán mujeres.
¿Podrán ellas convencer a Alemania (con un gigantesco superávit fiscal), de que gaste sin miedo para que no caiga en recesión y saque a la economía europea de su marasmo? ¿Podrán ellas resolver el problema migratorio ocasionado por las bombas de los países de la OTAN? Todas las crisis en Europa se resuelven con más integración.
Diego Prieto
Experto en Comercio Exterior
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