El actual presidente de los EE. UU., será, sin duda alguna, el candidato de los Republicanos. Acaba de salir fortalecido del proceso de destitución, al haber votado por su absolución los Republicanos en el Senado, con solo una excepción. Así, su discurso del “Estado de la Unión”, fue una declaratoria clara de su intención de seguir gobernando por cuatro años más con el mismo estilo.
Un estilo caracterizado por darle poca importancia a ciertos aspectos de la legalidad, y con autoritarismo poco usual en la tradición de la democracia más representativa del mundo occidental. Ningún arrepentimiento o sugerencia de cambio en actitud de fondo o forma se incluyó en sus palabras en la importante comparecencia anual ante el Congreso de la Unión americana.
El discurso, además, recalcó el éxito de una economía sólida, sobre lo que no hay duda. De resto, estaba lleno de verdades a medias, otra característica del estilo de Trump. Mencionó que ISIS ha desaparecido, cuando por contraste las cifras señalan mas combatientes en países como Afganistán, Yemen o Pakistán.
Señaló que los costos de medicina de prescripción han bajado, cuando la verdad es que se han incrementado en casi una tercera parte. Y, en cuanto al mayor símbolo de su diferencia frente a la administración de Obama, recalcó las garantías de acceso al seguro de salud, que precisamente viene atacando y demandando en las cortes.
¿Y de los demócratas qué? Existe una división enorme entre el ala radical y los moderados. Y de ahí lo único claro es debilidad y falta de coherencia. Los moderados como el exvicepresidente Biden o el exalcalde de South Bend Buttigieg, o la posible sorpresa del exalcalde Nueva York Bloomberg, basan su programa electoral más en una plataforma contra Trump, que en unas propuestas concretas. Lo común, con la excepción de Bloomberg, es la postura contra el libre comercio.
Los radicales como Sanders y Warren proponen cambios inusuales en un país conservador y ortodoxo en cuanto a política económica. Las propuestas incluyen un rol mayor del estado en la economía, con nuevas regulaciones restringiendo la economía de mercado y limitando las emisiones y el desarrollo de los combustibles fósiles.
En términos laborales, sugieren la participación de los trabajadores en las Juntas Directivas de las empresas, y proponen la nacionalización del sistema de provisión de salud. Estas propuestas revolucionarias parecieran ir en contra de lo que el país requiere en reducción gradual de costos en vivienda y salud, avance hacia una economía con menor emisión de carbono, y una política exterior que busca el consenso con los aliados más que el conflicto.
Así las elecciones bien podrán resultar en una contienda de Trump contra un candidato demócrata con posiciones extremas. Si bien para alquilar balcón, preocupante frente a una discusión poco constructiva y argumentativa. Es poco probable que alguno de los candidatos demócratas logre desbancar a un fortalecido Trump.
Así, el mundo continuará con la incertidumbre basada en la volatilidad y el autoritarismo del presidente de la mayor potencia mundial. Y el apoyo por el mandatario es cada vez mayor, basado en su discurso superficial y en la creación de antagonismos y disensos.
Rafael Herz
Vicepresidente de la ACP
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