En primer lugar, debo decir que nunca antes en la historia reciente de Colombia se habían realizado los grandes avances en infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria del país, como los logrados en el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, pues en los últimos seis años se han multiplicado por diez las vías de doble calzada y se han modernizado casi todos los puertos y aeropuertos, pero lastimosamente la actual carretera entre Popayán y Pasto es motivo de vergüenza para los colombianos, sobre todo cuando la comparamos con las magníficas autopistas existentes en Ecuador.
Fue construida hace más de 80 años –a raíz de la guerra con Perú– con el fin llegar hasta la frontera sur del país, pero pasando por todas las poblaciones existentes en la zona y no buscando el trayecto más corto y geológicamente más estable. Aunque a partir de 1975 se realizaron importantes cambios en el anterior carreteable, ampliándolo para acomodar el número y tipo de vehículos que existían en ese entonces, y posteriormente la vía se asfaltó, de todos modos resulta totalmente inadecuada para el tránsito de los grandes tractocamiones y el alto número de automóviles que por allí circulan diariamente, ya que es muy estrecha y plagada de curvas y fallas geológicas, y no tiene ni las características ni condiciones para ser parte de la denominada Panamericana.
Si existiera una vía de doble calzada como la que está planeada desde hace varios años, por el cañón de los ríos Timbío y Quilcacé, los 247 kilómetros existentes entre Popayán y Pasto se podrían recorrer en tres o máximo cuatro horas, no en cinco o seis como ocurre actualmente para los vehículos livianos, y 50 por ciento más para los de carga. Además, ello permitiría incrementar el intercambio comercial con Ecuador, que actualmente bordea los 2.000 millones de dólares al año, con un importante saldo favorable para Colombia, así como el ingreso de turistas provenientes de los países del sur, que hoy es significativo, según lo atestiguan los comerciantes y dueños de hoteles de la zona de frontera. Además, como bien lo dice el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, no tiene objeto conectar, mediante autopistas modernas, tanto a Cali con Popayán como a Pasto con Rumichaca, si no se hace lo mismo en el tramo intermedio entre Popayán y Pasto.
Aunque desde hace varios años el actual gobierno tenía planeado contratar esa carretera dentro de su plan maestro de obras, el desplome de los precios del petróleo obligó a la postergación de ese importante proyecto, pero extrañamente ahora que el precio de los hidrocarburos ha venido repuntando, no he escuchado a ninguno de los congresistas caucanos y nariñenses, ni tampoco a los gobernadores de esos departamentos, clamando para que comience esta magna obra, así sea por tramos, lo cual es un claro contraste con lo que ocurre en Antioquía, en donde su dirigencia política y empresarial se unen para presentar proyectos de infraestructura claves para mejorar la conectividad de esa región con el resto del país, y por eso una porción significativa de las vías 4G se están realizando en ese departamento.
Bien harían los parlamentarios caucanos y nariñenses en emular a sus pares antioqueños para lograr que ese importante proyecto se convierta en realidad.
Ernesto de Lima Le Franc
Presidente de la Organización Delima