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La ‘revolución’ del trabajo

Los trabajadores debemos reinventarnos, y las empresas fomentar e incentivar el aprendizaje si esperan afrontar los nuevos escenarios laborales. 

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Seguramente, habrán oído hablar de lo que se denomina ‘tormenta perfecta’. Las condiciones típicas de chubasco tormentoso se ven exponencialmente potenciadas por un conjunto de factores simultáneos que dan lugar a un fenómeno metereológico extraordinario y de efectos impredecibles.

Algunos expertos consideran que el mundo del trabajo actual se asemeja mucho a este escenario. Una de sus características más llamativas es que, tal como señalan las predicciones estadísticas del gobierno americano, se generan trabajos para los que no hay profesionales y, a la vez, se destruyen los empleos de los profesionales actuales.

Datos del US Labor Department señalan que 57% de los trabajos que se realizaban en 1960 ya no existen; por el contrario, el 85% de las profesiones que resultarán habituales en el 2030 no se ha inventado aún.

¿Cómo proceder en ese panorama laboral de tanta incertidumbre? En medio de esta situación de cambio y confusión, sí podemos encontrar algunas certezas acerca del mundo laboral sobre las cuales construir, entre las que se destacan cuatro. Primero, sabemos que la tecnología siempre va a estar protagonizando los nuevos escenarios, bien generando trabajo o modificando la forma de desempeñarlo de alguna forma.

Por ello, los empleados actuales deben estar preparados para adoptar la tecnología de manera ágil y eficiente. Hablamos de adquirir una mentalidad digital, lo que no necesariamente pasa por la capacitación en tecnologías concretas. Creo que hay mucha labor pendiente en este sentido en las organizaciones para facilitar la adaptación a estos nuevos escenarios.

Segundo, el componente social cada vez cobra más importancia. Tal como señaló el Premio Nobel de economía Ronald Coase, las organizaciones dejarán de ser sistemas económicos para transformarse en sistemas sociales.

Esta evolución de una lógica economicista (que no económica, connatural a la empresa) a una lógica social, apunta a la necesidad de preparar el mundo empresarial para el funcionamiento en redes. Las implicaciones en términos estructurales, operacionales y de liderazgo son enormes para las compañías que siguen funcionando, en gran parte, de forma jerárquica y con estilos de gestión escasamente interpersonales.

Tercero, el modelo de relación laboral tradicional (contrato indefinido, tiempo completo, permanencia en la oficina en horarios fijos) será superado en un futuro cercano. Las nuevas formas de contrato tipo gig economy nos están dando un buen ejemplo de ello. Es posible que este cambio lleve tiempo, puesto que no depende solo de la iniciativa empresarial, sino de elementos legislativos públicos que generalmente son lentos. Pero ni las organizaciones están preparadas para sostener este tipo de relaciones, ni las nuevas generaciones de trabajadores las quieren.

Por ello, las empresas deberían anticipar este cambio que, sin duda, prepararía el terreno para reorganizar el trabajo por proyectos y no por funciones fijas asociadas a puestos, así como flexibilizar las formas de realizarlos y de evaluarlos.

Finalmente, podemos señalar algo que, más que una certeza es una evidencia: esta transformación, además de profunda, es permanente y rápida. Los trabajadores debemos reinventarnos cada vez con mayor frecuencia. Las organizaciones deben fomentar e incentivar el aprendizaje permanente y por iniciativa de los profesionales, si esperan afrontar con éxito los nuevos escenarios laborales que ya están llamando a la puerta del mundo de los negocios.

Cristina Simón
Profesora IE Business
School y directora del MBA IE.

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