A propósito del bicentenario, todos conocemos a Antonio Nariño como uno de los precursores de la libertad colombiana, de hecho, fue uno de los tantos inspiradores de Bolívar en el periplo de su gesta libertadora. Nariño, no solo fue un precursor letrado de nuestra conformación republicana, sino que fue un extrovertido hombre de letras. Analista, filósofo, matemático, ingeniero, pedagogo, autodidacta, político, abogado y hasta políglota.
Pero hay una etapa maravillosa de nuestro precursor y libertador, que según el filólogo Jesús Alberto Suárez de la Universidad Nacional, fue un economista y contador importantísimo clave en nuestra historia patria. Los aportes de Nariño al control fiscal, a la contabilidad pública y a los manejos de los ingresos y egresos de la conformación republicana, fueron demasiado importantes.
Nariño tenía un espacio en su casa llamado El Sublime Arcano de la Filantropía, donde un grupo de sabios se reunían a debatir temas de estricta filosofía. En estas reuniones, se hablaba de Jenofonte, Washington, Cicerón, Demóstenes, Plinio, Platón, Sócrates, Rousseau, Newton y Minerva y de cómo estos autores aportaban a la gesta libertadora. No hay claridad de donde estudió Nariño, por lo que se deduce que era un total autodidacta, estudioso de los libros que su padre, el contador real de las cajas de Santa Fe don Vicente Nariño Vásquez tenía en su casa. Por ello, Nariño tenía una gran apreciación por las ciencias económicas y administrativas.
Lo anterior, propició a que, en el año de 1797, Nariño escribiese un ensayo al virrey Pedro Mendinueta proponiendo un nuevo plan de administración para la Nueva Granada. Recordemos que, en Europa, en ese mismo momento, la ilustración francesa tomaba fuerza basada en el fortalecimiento militar, la política fiscal, la disminución del endeudamiento público y la riqueza monárquica y Nariño, en su plan, proponía un nuevo orden tributario, ayudando a una política de exención tributaria a aquellos que motivaran el crecimiento de la minería en el país.
También propuso una política fiscal basada en la demografía que existía en ese entonces para los dos millones de habitantes, en la que se incluiría la aduana, el impuesto a las ventas de inmuebles y una serie de recaudos a la iglesia. Propuso la creación del papel moneda y modernizó el sistema de cargo y data algo así como un estado de pérdidas y ganancias actual. Tocó temas de la importancia de la deuda pública como motor equivalente al sostenimiento de objetivos militares de defensa y planteó un nuevo sistema de justicia, en el que se equilibrara el sistema de tributos per cápita por patrono dirigido a la construcción de infraestructura del virreinato.
Muchos de estos temas eran tratados en secreto, antes de que se propusieran como un camino a la justicia política y económica de una nación emergente, pero otro sería el camino que, bajo la gesta libertadora, y con la gran y compleja manera de encausar los hechos de la liberación, darían pie a que la división de poderes, ambiciones y sueños de una república unida, el propio Antonio Nariño la llamara la Patria Boba. ¡¡¡Cuanta falta nos haces Nariño!!! ¡¡¡Vuelve!!!
Luis Felipe Chávez Giraldo
Arquitecto, psicólogo e historiador