El 2018 culmina con una serie de aspectos del contexto político y económico internacional que generan dudas. En la región se acaba de posesionar López Obrador como presidente de México. Las expectativas incluyen que él pueda reducir la corrupción y la inseguridad, pero hay muchas dudas sobre si podrá mantener el legado de estabilidad económica de su predecesor.
Bolsonaro es una incógnita en Brasil, y mucho se teme que no logre cimentar la paz social, dadas sus posiciones extremas y excluyentes frente a varias minorías. Las reformas de Macri en Argentina aún no logran despejar las dudas sobre la estabilidad fiscal y cambiaria, que permitiría recobrar la confianza inversionista. Y la situación en Venezuela parece insostenible. El 2019 será un año crucial hacia lo que pareciera una transición necesaria e inminente, y, ojalá, sin violencia.
En otras latitudes, las incógnitas no son menores. La aprobación definitiva del brexit crea más preguntas que respuestas. Los costos no solo serán para Gran Bretaña, sino redundarán en una muy segura reducción de la tasa de crecimiento en la Unión Europea. A esto se suma, la situación en Francia, con los costos asumidos por Macron como respuesta a la protesta social, y la incertidumbre al haber pospuesto la reforma pensional. A su vez, la crisis entre Ucrania y Rusia, profundizará las posibles sanciones de la Unión Europea hacia la Federación Rusa, resultando en más cuestionamientos.
Pero los mayores signos de interrogación se están dando frente a la situación económica de EE. UU. Muchos analistas prevén una recesión en el 2019, aunque muchos consideran que se podrá aplazar hasta el 2020. El incremento en las tasas de interés, las expectativas frente a la guerra comercial con China y el correspondiente alza de aranceles, y las incertidumbres de un mercado accionario que refleja un crecimiento de los ingresos empresariales que no corresponden a la realidad, han resultado en certeza sobre un menor crecimiento de la economía más grande del mundo, hecho ya anunciado en las cifras del tercer y cuarto trimestre del 2018.
Y, las dos economías que se han encargado de ‘jalonar’ el crecimiento en los últimos años, China e India, tampoco parecen poder mantener el ritmo. En China, la guerra comercial con EE. UU. y las necesidades de reformas estructurales relacionadas con la contaminación y la modernización del parque industrial, crearán una fase de menor crecimiento. Y en India, los altos costos energéticos y la alza del dólar han frenado, la senda de avance que venía siendo motor adicional de la economía global.
En ese contexto, en Colombia debemos estar alerta. Adicionalmente, a los retos relacionados con la situación interna, los impactos de la economía global pueden ser determinantes. El menor crecimiento de la economía global, bien puede repercutir en las exportaciones tradicionales y no tradicionales del país. Si bien Colombia podría ser una fuente de bienes y servicios que sustituya a países en crisis temporal (China por la guerra comercial o Venezuela ante la transición que se avecina), es probable que precios y volúmenes de las exportaciones tradicionales se reduzcan, y en el mejor de los casos, se mantengan en el 2019.
La percepción de la crisis de los países emergentes en general, y en la región en especial, representan un reto y una incertidumbre a la vez. Esto es especialmente válido frente a lo que pueda impactar la situación en Venezuela. La reducción de confianza del consumidor y las cifras menos optimistas en la encuesta empresarial, son signos de que la situación económica internacional está afectando la percepción en nuestro país.
Rafael Herz
Vicepresidente Ejecutivo de la ACP