En Estados Unidos, la mayor abanderada de las energías es una empresa latina. La demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, es la principal defensora del Green New Deal, una propuesta elaborada por ella y el senador demócrata Ed Markey para combatir el cambio climático y que, a la vez, espera generar cientos de miles de empleos en EE. UU., especialmente en regiones agrícolas (donde se instalan los aerogeneradores y placas solares) y en el sector industrial y blue collar, que tanto demandan los votantes de clase media norteamericanos.
Según Irena.org, un organismo internacional que registra datos sobre las energías renovables a nivel internacional, en el 2017 más de 10 millones de personas a nivel mundial trabajaban directamente en el sector de las energías renovables (fabricantes, instaladores y gestores).
Por otro lado, la propuesta tiene una base económica sólida. El reporte Bloomberg New Energy Finance detalla que la inversión global en energías renovables y tecnologías inteligentes para la energía alcanzó la cifra de $333.500 millones el en 2017; 3 por ciento más respecto a los $324.600 millones del 2016. Para el 2018, los indicadores prevén una cifra récord.
Más al sur, en Iberoamérica, muchos gobiernos ya se están adelantando a Estados Unidos mediante la licitación de proyectos eólicos y solares, que en los últimos tiempos se están sumando a las tradicionales energías renovables de la región –pues hasta el momento había sido la hidráulica–, sobre todo en países con grandes ríos como Paraguay Brasil, Colombia, y la biomasa en Brasil, por su producción energética a partir de la caña de biofuel o electricidad.
El potencial de Iberoamérica en este campo es enorme. Solo en el 2018 se anunciaron cientos de proyectos eólicos y solares en países que, como México y Chile, han realizado subastas, pero también en Perú, Ecuador, Colombia y otros de Centroamérica. La menor densidad demográfica de algunos países con amplias áreas sin población, sus flujos de agua, y las regiones de alta insolación la convierten en una región de máxima atracción para los inversores.
La región –si sabe aprovecharla–, tiene una situación envidiable para dar un verdadero ‘salto de rana’ y posicionarse en las primeras posiciones a nivel mundial en generación de energía limpia, sostenible y, además, generar un yacimiento de empleo de alta calidad, que requiere profesionales mejor pagados y formados que la media. Según Irena, en los últimos cinco años el creciente en empleo fue de 30 por ciento a nivel mundial, si se tiene en cuenta el sector en global (con todo tipo de tecnologías)
Pero, entre estos tipos de energía, la tecnología como la solar ha pasado de 1,3 a 3,3 millones de empleos en todo el mundo (250 por ciento de aumento de empleados) y de 700.000 a 1,1 millones en la energía eólica (55 por ciento) en este periodo de tiempo. Es una tendencia que se está acelerando, debido al mayor apoyo en estas tecnologías de los gobiernos, consumidores y empresas, ya que ayudan a combatir el cambio climático y porque, al generar cada vez megavatios más baratos, ya pueden competir con otras tecnologías como los combustibles fósiles.
Todo esto se traduce en que los 110.000 empleos que las tecnologías eólicas y solares generan en los principales países de la región, y podrían llegar a ser de 220.000 en apenas tres años y 330.000 antes del 2025, según lo proyectado.
¿Qué podría frenar la generación de estos empleos de alta formación, bien pagados y de tecnología de punta en la región?
Al margen de las políticas de los gobiernos, que tarde o temprano las impulsarán por sus múltiples ventajas, el principal problema en los próximos años será la falta de profesionales formados que puedan diseñar, implementar y gestionar estos nuevos centros de energías renovables. Una vez más formación, economía y competitividad se unen en la región como retos claves para impulsar un ‘green new deal’ latinoamericano, el cual ubica a la región en la cabeza mundial.
Juan Antonio Cuartero
Socio Director de Structuralia.com