El país comienza a despertar su ánimo electoral. Mejor, la batalla proselitista hace su arribo inexorable. Colombia se vuelve a politizar . Volvemos a ser ‘víctimas’ de la andanada de palabras (palabrotas) entre los diferentes bandos en contienda. Ojalá solo sean ataques verbales. Algunos, no todos, quieren pasar la línea y recurrir a lo que un senador, de ‘derechas’, evocaba hace unas semanas en sesión plenaria del Senado de la República “arreglarlo a plomo, a plomo”. Ojalá para el momento definitivo, en el cual será el voto el que cuente, es decir, entre los meses de mayo y junio del 2018, la fórmula para resolver nuestras diferencias por la vía democrática triunfe de una vez por todas.
Al hablar de elecciones, uno de los elementos esenciales de una campaña política son los estudios de opinión pública. Los hay de toda suerte, encuestas, sondeos, focus groups, mediciones a través de internet. En esta oportunidad, y para este análisis, recurriré a los estudios de investigación –que circulan por los medios de comunicación– que miden el ambiente del país, y no tocaré, para nada, lo que se conoce como ‘carrera de caballos’, que mide quién puntea, quién se queda o quién se rezaga.
Según estos resultados, puede entreverse que los colombianos, en su mayoría, expresan en este momentum su inclinación por tres temas, o ejes de la próxima lucha política: la paz, la paz mejorada y la corrupción. Yo añadiría un cuarto que comienza a aparecer con fuerza: la economía. Los cambios en el diseño tributario, la calificación de la oficinas calificadoras internacionales y las cifras macro y microeconómicas pueden jugar un papel importante en la disputa democrática del próximo año. Incluso, podría llegar a ser el tema sorpresa de la campaña, como algún día ocurrió con la elección de Bill Clinton, ¡remember, it’s the economy, stupid! De igual forma, la mezcla de desafavorables y favorables de los diversos candidatos, muestra una especie de fatiga en relación con el entorno político que vivimos quienes habitamos en esta Colombia. Una especie de suplica o exorcismo, parece gritáramos.
Llama la atención que entre tanto descreimiento o rechazo, algunos candidatos surgen dentro de tanta ‘echadera de culpas’. Este fenómeno podría denominarse: los cuatro nuevos. La imagen de Juan Manual Galán (reflejo de una marca indeleble), Claudia López (voz, tono y temas con discurso diferente), Juan Carlos Pinzón (el mejor librado del santismo con su dosis de uribismo), Iván Duque (el uribismo con más futuro que pasado, el verdadero ‘centro’ democrático). Los cuatro nuevos en un panorama tan oscuro y de tanta negación.
Los cuatro nuevos tienen problemas viejos. Galán, superar la anquilosada L de su partido. La lucha contracorriente sobre los que buscan, sin decirlo aún, y que quieren ser ungidos en el recinto cerrado de la Calle 36 con Caracas. López, evitar que le caiga encima el ‘mamertismo’ que quiere abrazarla, y ella, coqueta, lo evita, pero no lo rechaza. Ojalá sea macha y los deje atrás, con el mismo desdén con el que rechaza la violencia de las Farc y a los corruptos. Pinzón tiene que tomar camino. O se abre de la U o lo transforma desde adentro. El exministro de economía francés Emmanuel Macron, aspirante a la presidencia de Francia, optó por ‘cambiar desde adentro’, y le esta resultando.
Ojalá el exmindefensa y embajador (o ex, no sé a esta hora) se ‘despeluque’. Algunos lo ven como vice (se nota que no lo conocen). Duque, de todos es el que más difícil la tiene.Tiene jefe, tiene partido, tiene votos cautivos de su líder natural, pero tiene francotiradores desde adentro que lo quieren tener, pero de ‘segundón’. La feligresía uribista parece querer la hostia, la de un joven párroco y no el resabiado monseñor de la tribu uribista, quien se la pasa viendo enemigos y, como solución, quiere incendiar la parroquia.
Un país que mira hacia lo novedoso tiene todavía esperanza, o por lo menos no la ha perdido. Les recuerdo que las últimas audacias generacionales fueron vitales para Colombia en tiempos de duras crisis. Alberto Lleras Camargo, heredero de López Pumarejo, fue presidente a los 39 años. Le tocó la bobadita de lidiar con Laureano Gómez. Este liberal nos garantizó un mejor futuro. Luis Carlos Galán, quien no llegó a la presidencia, pero hasta el día de hoy sus ‘ideas nos gobiernan’. Y César Gaviria, a quien, hasta sus peores enemigos, le reconocen su labor como presidente en una de las épocas más aciagas de nuestra vida como república. Estas tres mentes políticas fueron salvavidas en momentos de tormentas.
Recuerden lo que decían de Obama cuando se lanzó en el 2008 a su aventura política contra Hillary Clinton. Nadie daba un peso por el negro senador de Illinois. Luego de unas duras primarias contra la exsecretaria de Estado, y esposa de un expresidente, ganó la presidencia y fue durante dos periodos el presidente número 44 de los Estados Unidos.
Uno de sus libros se llama Audacia de la esperanza, este sueño lo comenzó el primer afroamericano expresidente de la nación norteamericana, en el 2004 cuando tenía 43 años.
Pedro Viveros
Analista político.
¿Continuidad o audacia en el 2018?
Un país que mira hacia lo novedoso tiene esperanza, o por lo menos no la ha perdido.
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