En estos días se discute la creación de un ministerio de familia. Es loable que el Gobierno Nacional decida darle relevancia a la unidad familiar en el debate de política pública. El mecanismo institucional preciso para hacerlo, me parece menos crucial que el diseño y la implementación efectiva de las políticas para las familias en el país.
La familia, en cualquiera de sus posibles conformaciones, es quizás la institución más importante en la formación de habilidades de un individuo. Son las familias las que toman las decisiones más cruciales sobre la vida de los niños y niñas desde su concepción y hasta cuando los jóvenes terminan su ciclo de educación básica. Sin embargo, las decisiones óptimas de las familias respecto a sus hijos dependen de las restricciones de tiempo y recursos financieros que tienen, del conocimiento y las percepciones de los padres y cuidadores principales acerca del impacto de sus acciones sobre el desarrollo de sus hijos, y la importancia que le asignan las familias a los niños y su futuro. Estas barreras suelen ser particularmente prevalentes en los hogares en condición de vulnerabilidad socioeconómica.
En la región latinoamericana, por ejemplo, sabemos que la duración promedio de la lactancia materna exclusiva es inferior a 4 meses en todos los países, y solo el 10 por ciento de los niños de hogares en vulnerabilidad socioeconómica reciben dietas balanceadas a diario. El 58 por ciento de los padres de niños entre 2 y 14 años reporta la utilización frecuente de castigo físico y verbal con sus hijos, y cerca de 66 por ciento de padres de niños menores de 5 años en pobreza, reportan realizar menos de cuatro actividades a la semana con sus hijos como leer, cantar, o pintar (informe anual del Banco de Desarrollo de América Latina, 2016).
En este contexto, la formación de padres y cuidadores principales en temas de salud, nutrición, prácticas parentales y estimulación temprana, es prioritaria. Entre el 2014 y el 2016, un equipo conformado por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, la Universidad de los Andes, el Instituto de Estudios Fiscales en Londres, la Universidad de Bangor y la Fundación Éxito, desarrolló un proyecto para mejorar la formación de padres en el programa nacional de atención a familias denominado ‘Hogares Comunitarios Fami’ (Familia, Mujer e Infancia). El programa –que existe desde 1991– atiende mujeres embarazadas y padres de niños menores de dos años en condición de pobreza por Sisbén, y tiene como propósito apoyar a las familias en los temas relacionados con el embarazo, parto, lactancia, nutrición, salud, crianza y prácticas parentales. En el 2014, el programa atendía aproximadamente 250 mil niños en el país.
Como parte del proyecto se seleccionaron 340 hogares Fami en 87 municipios de Colombia. La mitad de esos hogares Fami recibieron una intervención que consistía en un currículo estructurado de estimulación temprana y nutrición, la capacitación de las madres comunitarias que facilitan el programa en unidades de 12 a 15 beneficiarios, materiales pedagógicos para la estimulación y el juego con bebés, y un esquema de acompañamiento profesional para las madres comunitarias. Así mismo, se aumentó y mejoró la composición del suplemento nutricional que reciben las familias cada mes. La otra mitad de hogares Fami continuaron operando como siempre, sin los ajustes.
Con el objetivo de evaluar la efectividad de la intervención, 1.460 niños se encuestaron antes y después de su implementación. El fortalecimiento de los hogares Fami duró 10 meses. Los resultados de la evaluación reportan mejoras significativas en el lenguaje receptivo y expresivo, el desarrollo cognitivo y la motricidad gruesa de los niños. Los impactos de la intervención sobre el desarrollo temprano implican una reducción de cerca de 15 por ciento de la brecha de desempeño entre los niños de condición socioeconómica alta y condición socioeconómica baja, con tan solo 10 meses de atención. Esto implica que agregar un currículo estructurado con actividades y guías pedagógicas específicas es muy efectivo. Las madres comunitarias reportaron, en su gran mayoría, que el currículo había sido una herramienta útil y fácil para el desarrollo de sus actividades. El componente nutricional tuvo como efecto una reducción de 6 puntos porcentuales en la desnutrición y el riesgo de desnutrición crónica, que también es un resultado importante, dado que es muy difícil afectar un indicador como la talla para la edad en el corto plazo.
Estos resultados revelan que las políticas para la familia pueden tener un impacto importante sobre la pobreza, el desarrollo y el crecimiento económico de nuestro país. Después de descifrar el tema institucional, es crítico sentarse a diseñar bien esas políticas que necesitan todas nuestras familias colombianas en sus diferentes formas.