Los humildes mortales estamos a favor de la justicia: nada hay más importante para un ciudadano desarmado que los jueces. Veneramos su sagrada función, pero dicho eso, una cosa son las instituciones, los códigos, las garantías procesales; y otra, los engranajes de la judicatura. La 'majestad' de la justicia concierne a lo primero, no necesariamente a lo segundo.
Entre la fronda de las altas cortes hay quienes jugaron a bloquear las iniciativas de los otros poderes tras pesadas cortinas hermenéuticas y livianas razones de derecho, obedeciendo más a su ideología o sus fobias que al bien jurídico. Muchos acostumbran filtrar a confidentes de los medios el contenido de fallos y salvamentos de voto, contraviniendo la ley y jugándole quién sabe a qué.
Todos constatamos con pena ajena el lenguaje camorrista con que llegaron a expresarse ciertos dignatarios, en eso que los cándidos llaman 'choques de trenes'. Peor es que la colegiatura se defienda en bloque aduciendo la majestad de sus fueros, sin siquiera tomar distancia de lo que pudo ser o no ser cuando alguien acusó a alguno de sus miembros, o cuando se conoce la laxitud con que concurren en masa a fiestas y homenajes. Y lo peor es que nos estamos acostumbrando a eso y a mucho más, por un desmedido temor reverencial.
Obviamente, no se debe terciar en decisiones que nos afecten y menos se trata de jugarle a alguno de los protagonistas en cada encontrón, porque es bien claro que los poderes -todos- necesitan contrapesos, empezando por el ejecutivo. Pero las cortes también los necesitan, más si al lado de magistrados probos y sabios toman asiento otros ligeros de juicio -no hablo de juicios con expediente, sino de buen juicio-, sumándole peligros gravísimos a un país ya tan emproblemado. En primer lugar, si se acepta la teoría de que los jueces también legislan cuando crean doctrina y normatividad implícita, uno se pregunta entonces cómo se legitima el poder jurisdiccional en el Estado Social de Derecho.
Presidente y legisladores se someten a procesos eleccionarios democráticos y pasan por las horcas caudinas cada vez que alguno mete la pata, con revocatoria de mandato o pérdida de investidura. ¿Cómo es que en el poder judicial, legislador ad-hoc, unos cuantos magistrados que se eligen entre sí después de infinitas maromas, bloquean a los demás poderes desde su íntimo cubículo, resuelven por sí solos qué es legal y qué no, hacen inexequibles actos constitucionales, leyes y decretos, modifican la jurisprudencia sin mayor explicación y se dan el lujo de poner palos en la rueda a tirios y troyanos o entre las mismas cortes, sin ningún control social ni político?
Paso a un testimonio: cuando mi padre fue magistrado hace más de medio siglo, dejó de militar como fiel conservador y canceló toda clase de cocteles y encuentros de colegas. Jamás aceptó homenajes ni regalos, y nunca viajó por cuenta de alguien conocido o desconocido a ningún certamen social ni académico.
¿Era un santo mi papá? No, eso es absolutamente normal en todo juez que se respete. Hoy los altos magistrados se la pasan reunidos en su propia oficina o en lujosos restaurantes con litigantes y políticos, asisten a inagotables sesiones para examinar candidatos a esto o aquello, dan clases por doquier y aceptan invitaciones dentro y fuera del país sin saberse a cuenta de qué o quién, todo eso sin siquiera preocuparse por tener su despacho al día. Mientras tanto, las sentencias salen del computador de un auxiliar, sin el calibre que se presume del fallador nominal.
El país espera que la rapidísima severidad con que la Corte procedió de oficio contra los parlamentarios sospechosos de cohecho, se muestre -así sea más despacio- respecto de actuaciones igual de cuestionables, que son públicas y comprometen a varios magistrados. Ellos pueden tener toga, pero no corona.
Las cortes no son inmunes
Más si al lado de magistrados probos y sabios toman asiento otros ligeros de juicio que suman peligr
POR:
Raúl Jaramillo Panesso
-
guardar
save_article.message.success_title save_article.message.successsave_article.message.success_updated_title save_article.message.success_updatedHa ocurrido un error al intentar guardar este artículo
- Reportar error
- Seguir economía
Lo más leído
Destacados
Más Portales
Nuestros columnistas
día a día
Lunes
martes
Miércoles
jueves
viernes
Camilo Sánchez
Inconveniente humo constituyente
Nuestra responsabilidad histórica está en evitar que cantos de sirena sigan dividiendo al país.
María Sol Navia V.
¿Ha logrado la mujer superar barreras?
Otros Columnistas
Importancia del agua en agenda empresarial
Gonzalo Gallo González
Shoganai - Gamán
Rafael Herz
Liviandad y crueldad
Camilo Herrera Mora
Fundador de Raddar
Críticos
Victor Muñoz
Emprendedor, investigador, analista
Rumbo al Armagedón en el 2026
Rodrigo Villamizar
Director Electra CDP
Colisión de tarifas e importación de gas: una bola de nieve social
La gente demanda es que bajen los precios de la electricidad que consumen.
Ricardo Santamaría
Analista
Hay María Corina para rato
La historia de estas elecciones en Venezuela es que quizás nunca lleguen a realizarse.
Cristina Vélez
Decana Escuela de Administración, Universidad Eafit