La globalización funciona de varias maneras y no siempre en forma positiva. Así le ha quedado claro a los inversionistas que en los últimos días observan cómo los índices de las bolsas de valores a lo largo y ancho del planeta se tiñen de rojo. Una oleada de ventas de acciones que comenzó en Estados Unidos se contagió al resto del planeta en lo que apunta ser la corrección más grande en meses.
Incluso en Colombia soplaron los vientos en contra. Ayer el Colcap retrocedió 1,3 por ciento, con lo cual queda en claro que la plaza local no es inmune al contagio. Todavía es muy temprano para saber si el bache será duradero o no, pero la primera impresión es que aquí hay una mezcla de factores en juego.
En primer lugar, están los elementos conocidos. El alza en el rendimiento de los bonos como consecuencia del incremento en las tasas de interés estadounidenses explica parte de lo sucedido, pero no todo. Por ejemplo, las declaraciones de Donald Trump en contra de las autoridades monetarias de su país introduce un elemento de incertidumbre con relación al respeto que tendrá la Casa Blanca frente a la independencia del banco central.
También hay dudas en torno a la salud de la economía mundial, sobre todo ahora que la guerra comercial entre Washington y Pekín gana en intensidad. La perspectiva de un menor crecimiento es una fuente de nerviosismo adicional.
Y la tecnología juega un papel creciente en los picos y caídas. Ahora que en las decisiones de compra y venta de papeles, los algoritmos adoptan un papel notorio, hay expertos que señalan que dicha circunstancia lleva a movimiento más extremos, derivadas de estrategias detrás de las cuales hay una máquina.
Sea como sea, todo apunta a que el final del año será más turbulento de lo que se pensaba. Desde hace rato algunos expertos venían advirtiendo sobre los excesos en precios. Tal vez este es el momento en el cual se vienen ajustes que contagian incluso a los bienes primarios. El bajón del petróleo lo comprueba.
