La cifra dista de ser espectacular, pero aun así supera fácilmente los cálculos de los analistas. Por eso cuando el Dane anunció ayer que las exportaciones en mayo habían crecido un 5 por ciento, el dato dio para ser saludado como un comportamiento positivo. En el acumulado del año, la suma va en 17.160 millones de dólares, casi 15 por ciento más que en igual periodo del 2017.
Lo que vale la pena destacar no es que el capítulo de combustibles siga siendo el de mayor incidencia, ayudado por las buenas cotizaciones del petróleo. El repunte en el precio del crudo es de tal magnitud, que dio incluso para compensar una caída del 11 por ciento en el volumen de hidrocarburos despachados.
Más alentador todavía es el desempeño de las manufacturas, que muestran un ritmo vigoroso. En los cinco primeros meses del 2018 su tasa de aumento supera el 19 por ciento en dólares, que es un guarismo muy saludable. Por su parte, el capítulo de bienes agropecuarios, alimentos y bebidas avanza a una velocidad menor, cercana al 4 por ciento. Los malos precios del café están relacionados con un balance que podría ser mejor.
De vuelta a la industria, llama la atención el dinamismo de segmentos como los químicos o la maquinaria y equipo de transporte. Una ayuda especial proviene del ferroníquel que elabora Cerro Matoso, pues la bolsa de metales muestra en este caso buenos registros.
Todo lo anterior hace pensar que la labor de abrir nuevos mercados y aprovechar los tratados de libre comercio suscritos, comienza a rendir frutos. Es verdad que los vientos del proteccionismo soplan, pero mientras estos involucren a un puñado de naciones y no a la mayoría, podremos evitar las consecuencias indeseables de la confrontación.
Sin desconocer lo conseguido, también hay que aceptar con humildad que nos queda un largo camino por recorrer. El segmento extractivo representa el 58 por ciento de las exportaciones, por lo cual hay que redoblar esfuerzos para diversificar las ventas externas.