Aun para quienes están acostumbrados a la volatilidad en los mercados, el comportamiento de los precios del petróleo ayer fue toda una sorpresa. Sin que nadie se lo esperara, las cotizaciones del crudo llegaron a caer más del 7 por ciento en la jornada, cerrando apenas por encima de los 73 dólares por barril, en el caso de la variedad Brent, que es la que le interesa a Colombia.
La explicación formal viene de Libia, cuyas exportaciones deberían retornar a sus patrones usuales, tras la reapertura de cuatro puertos habilitados para el despacho de hidrocarburos. El cálculo de los expertos es que la normalización aumenta la oferta en 800.000 barriles diarios a partir de la fecha.
Si bien esa suma equivale a menos del 1 por ciento del consumo global, el equilibrio actual es tan precario que cualquier movimiento imprevisto causa reacciones extremas. Debido a ello, es mejor tener en mente que un rebote es factible en caso de que alguno de los vendedores importantes experimente tropiezos, así sean temporales.
Por ejemplo, Estados Unidos se ha convertido en un factor clave para asegurar el abastecimiento, pues su producción interna muestra un incremento del 14 por ciento en lo que va del 2018. Parte de ese aumento se destina a atender sus necesidades, pero otra proporción importante se está exportando. Cualquier interrupción en ese flujo, ocasionaría trastornos notorios, algo que no deja de ser probable en tiempos de guerra comercial.
Lo anterior, sin hablar de la geopolítica. Irán amenaza con impedir el paso de petróleo por sus oleoductos en caso de que las sanciones impulsadas por Washington empiecen a ser efectivas pronto.
Por tal motivo, hay que prepararse para más altibajos que podrán sentirse sobre las tasas de cambio o las cuentas externas de un buen puñado de economías. Saber cuando llegará la calma es imposible, pues lo único seguro por ahora es que esta época, y hasta nuevo aviso, no será apta para cardiacos.