MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Ricardo Ávila
brújula

Juego peligroso

Uno de los efectos inesperados de la polarización que afecta al país, más evidente en época de campaña electoral, es la incapacidad de algunos sectores de reconocer las buenas noticias.

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

Uno de los efectos inesperados de la polarización que afecta al país, más evidente en época de campaña electoral, es la incapacidad de algunos sectores de reconocer las buenas noticias. Tras el titular de Portafolio sobre la presencia de señales positivas con respecto al comportamiento de la economía colombiana en el primer trimestre del 2018, las redes sociales se llenaron de críticas, burlas e insultos, que desconocen lo que dicen los indicadores.

No se trata de apreciaciones subjetivas. Ayer XM, la firma encargada de tomarle el pulso al sistema interconectado nacional, informó que la demanda de energía había subido 4,4 por ciento en marzo, que se compara con una contracción experimentada en el mismo mes del 2017. El alza en el consumo de kilovatios confirma que tanto los sectores residenciales como la industria y el comercio gastan más electricidad que en el pasado.

El reporte se suma al desempeño de la actividad hotelera, las ventas de los almacenes, el ritmo de los renglones fabriles o la extracción de hidrocarburos. En todos los casos, el mensaje es que las cosas pintan mejor que durante el primer trimestre del año pasado, algo que no desconoce que seguimos por el carril lento, en lo que al crecimiento se refiere.

Los indicadores objetivos se combinan con lo que dicen las encuestas. Tanto la de opinión del consumidor, como la que hace Fedesarrollo entre industriales y comerciantes, apuntan a un clima más positivo. Dicho parte no puede interpretarse como un llamado a la complacencia, sino como la señal de que lo peor quedó atrás. El mensaje de fondo es que es necesario redoblar esfuerzos para conseguir una tasas que superen 3 por ciento anual.

Jugar, en cambio, la carta de la catástrofe puede ser peligroso. No hay duda de que los aspirantes a la presidencia de la República están en su legítimo derecho de prometerle a la ciudadanía un mejor mañana, pero eso es muy diferente a hablar de una supuesta debacle económica que puede volverse realidad si las expectativas se derrumban.

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