Cuando hace unas semanas Fedesarrollo reportó que en noviembre pasado la confianza del consumidor había profundizado su desplome, se activaron las alarmas de los analistas. La gran preocupación en ese momento era que, ante el embate del pesimismo, las compras de los hogares se vieran afectadas, influyendo negativamente sobre la economía.
Debido a ello, hubo un cierto alivio ayer cuando la misma entidad señaló que en diciembre tuvo lugar una importante corrección. Aunque el índice se mantuvo en guarismos negativos, el saldo en rojo se redujo en más de la mitad. Calificar el dato como una buena noticia es imposible, aunque los observadores esperaban algo peor.
Lo sucedido fue consecuencia de una mejoría en las expectativas de los encuestados y en la calificación sobre las condiciones económicas actuales. Además, esta última se ubicó en un punto más alto que el observado a finales del 2017, lo cual es alentador.
En general, el motivo primordial de la variación acabó siendo el giro del debate en torno a la ley de financiamiento. Como se recordará, en su versión original el proyecto planteaba la universalización del cobro del IVA. Con el correr de los días la idea se desechó y las cargas adicionales se concentraron en un grupo pequeño de contribuyentes, por lo cual en el sondeo de diciembre el lastre de los mayores impuestos se redujo.
De otra parte, llama la atención el contraste entre la actitud de los consumidores, dependiendo de la ciudad. Y es que mientras en Barranquilla la confianza volvió a terreno positivo y en Cali se ubicó en un punto neutro, Medellín retornó al último lugar, por encima de Bogotá. Bucaramanga, por su parte, siguió en rojo pero está mejor que el año pasado.
A la luz de lo sucedido, queda la duda sobre si en el 2019 vendrá una recuperación, similar a la de doce meses atrás. Será indispensable, entonces, no solo que la economía gane vigor, sino que la visión del país mejore. Actos como el de ayer, no ayudan en ese propósito.
