La tímida recuperación económica de América Latina proyectada para este año, cuyo ritmo debería aumentar en el 2018, tiene una explicación principal: la mejora en los niveles de comercio internacional de la región. Tal como lo señaló ayer la Cepal en un informe, las exportaciones de la región deberían tener un crecimiento de 10 por ciento en dólares en el presente ejercicio, mientras que las importaciones subirían 8 por ciento.
El motivo principal del repunte en las ventas externas es un mejor escenario de precios para los bienes que despacha esta parte del mundo a otras latitudes y que se concentran en productos primarios. De tal manera, las mayores cotizaciones son responsables de dos terceras partes de la mejoría, mientras que los volúmenes subirían en 3,5 por ciento.
El grupo de países más beneficiados por la circunstancia mencionada es el de los exportadores de combustibles. Para nadie es un misterio que después de que los valores de los hidrocarburos tocaron fondo en febrero del 2016, ha tenido lugar una recuperación cuya pendiente se vio acentuada en días recientes cuando el crudo superó el nivel simbólico de los 60 dólares por barril.
No obstante, también hay casos de naciones que están haciendo la tarea que toca. Uruguay, Honduras o Nicaragua recibirán más divisas debido a que el tonelaje embarcado registra incrementos de dos dígitos.
En lo que atañe a Colombia, la proyección de la Cepal señala que nuestras ventas crecerían 16,5 por ciento en el 2017, que no es una mala cifra. Sin embargo, tres cuartas partes de ese avance son atribuibles a la nueva realidad petrolera en cuanto a precios, lo cual quiere decir que no necesariamente estamos avanzando en otros frentes. Puesto de otra manera, podemos darnos por bien servidos, pero la labor de profundizar la internacionalización de la economía deja aún qué desear.