La buena noticia es que los visitantes siguen llegando. Tal como lo informó ayer el Ministerio de Comercio, el flujo de personas que pisa tierra colombiana no cesa de aumentar. De acuerdo con la entidad, el acumulado de los primeros cuatro meses del 2017 va en cerca de 2,8 millones, 40 por ciento más que en el mismo lapso del año pasado.
No obstante, en las cuentas oficiales hay que hacer distinciones. El motivo es que en el total mencionado se incluye el estimativo del tránsito a través de las fronteras terrestres. Dadas las presiones derivadas de la inmigración venezolana, no suena muy ortodoxo darles el apelativo de turistas a esos 952.444 individuos, buena parte de los cuales utilizan el territorio nacional como zona de paso en su ánimo de llegar al sur del continente.
Aun así, el balance es muy positivo. Para comenzar, los que arribaron por vía aérea registraron un incremento del 48 por ciento entre enero y abril. Es verdad que en lo que atañe a los cruceros la dinámica fue mucho menor –apenas del 5 por ciento–, mientras que para los colombianos residentes en el exterior esa mejoría alcanzó el 6 por ciento.
Puesto de otra manera, aun si se utilizan criterios más estrictos, la tendencia es muy alentadora. En caso de que se mantengan las condiciones actuales, el país podría superar los cinco millones de paseantes por vía aérea, lo cual comienza a hacernos notar en el contexto latinoamericano si se miran las cuentas de la Organización Mundial de Turismo.
No hay duda de que todavía estamos a años luz de potencias como México, pero las perspectivas son muy favorables. Así lo comprueban los datos con respecto a la ocupación hotelera, que vuelve a lograr máximos históricos, los que corroboran que el interés por conocer Colombia evoluciona muy bien.
Tanto que realmente no se requiere inflar los números totales porque quienes vienen no necesariamente lo hacen por nuestros atractivos. Vale la pena distinguir entre aquellos que son turistas y los que no lo son.