En medio de los altibajos de una semana que volvió a recordar que los mercados son volátiles, es fácil dejar en segundo plano lecciones más fundamentales. Por ello, vale la pena resaltar la designación de los ganadores del Premio Nobel de Economía en el 2018, los profesores William Nordhaus y Paul Romer.
Ambos académicos cuentan con una larga hoja de vida, pero no hay duda de que lo que los llevó a obtener el galardón fueron sus investigaciones relacionadas con el desarrollo económico. Frente a la visión tradicional según la cual el crecimiento es el resultado de la inversión en activos físicos y la acumulación de capital, cada uno le añadió una pieza clave al rompecabezas del bienestar.
Nordhaus merece aplausos por haber sido el pionero en mencionar el cambio climático y proveer alternativas para enfrentar uno de los retos más complejos que la humanidad tiene ante sí. Sin entrar en honduras, su trabajo no solo señala que el costo de hacer nada es mucho mayor que el de tomar cartas en el asunto y que existen opciones –desde el punto de vista de la racionalidad económica– que permiten avanzar en el control de la emisión de gases que crean el llamado efecto invernadero.
Por su parte, Romer ha sido clave para explicar cómo la productividad depende también de las buenas ideas. Dicho de manera más precisa, la innovación permite acortar el camino en la construcción de sociedades más prósperas, por lo cual no basta con la abundancia de recursos, sino de saber cómo usarlos.
Para ciertos puristas puede resultar una herejía afirmar que la sola operación de las fuerzas del mercado no garantiza el mejor resultado para una sociedad. De tal manera, hay un campo para las regulaciones que equivale a apretar clavijas aquí y allá, y que, en último término, tiene que ver con la naturaleza dinámica de las economías.
Finalmente, el mensaje implícito de la contribución de los nuevos Nobel a la ciencia, es que existen salidas para la humanidad, pues el desarrollo y el cuidado del ambiente no son antagónicos. Lo clave es tomar las decisiones correctas.
Ricardo Ávila Pinto
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