La semana terminó más tranquila de lo que comenzó. En Argentina, cuya crisis atrajo todas las miradas, el dólar acabó el viernes por debajo de los 37 pesos, tras haber superado los 40 el martes. Algo similar sucedió en las más diversas latitudes, cuando el billete verde cedió parte del terreno ganado en las jornadas previas.
Sin embargo, sería equivocado pensar que la difícil coyuntura quedó atrás. Hay muchos cabos sueltos que tendrán que ser atados antes de expedirle un parte de tranquilidad a la nación austral. Para comenzar, las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional, relativas a la aceleración del paquete de ayuda ya aprobado, todavía no han llegado a un desenlace positivo.
Pero aun si el gobierno de Mauricio Macri logra contener la avalancha, lo que vale la pena señalar es que lo ocurrido al sur del continente vuelve a comprobar que los mercados emergentes se mueven ahora en una realidad distinta. Atrás quedaron las épocas de dinero abundante y barato que fueron la característica predominante en el planeta en los últimos diez años.
Y es que el alza gradual en la tasa de interés que maneja el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, combinada con la buena salud del aparato productivo en el país del norte, hace mucho menos atractivas a las llamadas economías en desarrollo. Debido a ello, las salidas de capitales hacia refugios considerados más seguros muestran tendencia a la aceleración, con consecuencias evidentes sobre las tasas de cambio y el costo de endeudarse en divisas.
Aunque Colombia ha salido bien librada de la situación, también sintió el coletazo. El dólar comenzó negociaciones el miércoles por encima del limité simbólico de los 3.100 pesos. De no ser porque las buenas cotizaciones del petróleo sirvieron de lastre, la moneda nacional se habría devaluado con mayor fortaleza.
Por tal motivo, hay que abrir bien los ojos en los días que vienen. Justa o injustamente, la estrella de las economías emergentes viene en declive y los desequilibrios que antes eran aceptables ya no lo son. Argentina es prueba de ello.