No resulta ninguna exageración decir que la semana concluye con un tono sombrío, que hace rato no imperaba en el país. Si bien el pesimismo ya se había apropiado del talante de los colombianos, el sentimiento de ahora es una mezcla de dolor y rabia, ante la absurda pérdida de vidas.
La veintena de jóvenes sacrificados por cuenta del terrorismo practicado por el Ejército de Liberación Nacional, merecían otro destino: servir a la comunidad, volver realidad sus sueños y envejecer rodeados del cariño de sus respectivas familias. Todos esos anhelos volaron en pedazos, cuando el conductor de la camioneta que ingresó a la fuerza el jueves, a la escuela de cadetes de la Policía, hizo estallar su siniestra carga.
Ante lo sucedido, la única opción es seguir adelante. Aparte de cooperar con las autoridades en la plena identificación de los responsables, la ciudadanía está obligada a rodear a las instituciones. Ojalá ello se traduzca en manifestaciones públicas, con el fin de dejarles claro a los violentos que sus execrables métodos nunca lograrán triunfar.
La responsabilidad de reaccionar adecuadamente compete, sobre todo, a los líderes políticos. El momento actual no es el del oportunismo mezquino, sino el de la prudencia. Los intereses colectivos, que son los de paz y justicia, se anteponen a los individuales. Para una nación polarizada por discursos divisorios, el remedio indicado es la unidad.
Dentro de esa línea de pensamiento, el Gobierno debe seguir por la línea trazada en las declaraciones del Presidente de la República. Calma y firmeza son los elementos fundamentales de la fórmula que permitirá que el espacio que hoy ocupan los grupos armados se reduzca. “La fuerza tranquila”, un eslogan que se usó alguna vez en Francia, podría servir de brújula a la reacción del Ejecutivo.
Tras el duro golpe recibido, el retorno a la cotidianidad se impone. La calmada respuesta de los mercados confirma que los inversionistas mantienen la confianza en la capacidad de Colombia de superar este momento. A lo largo de nuestra historia sufrimos duras pruebas y salimos avante. Así volverá a ocurrir esta vez.
