Incluso quienes no habían levantado las cejas debido a la revaluación, se sorprendieron cuando el dólar se cotizó en 2.682 pesos el viernes de la semana que termina. Si bien la divisa se recuperó un poco, con lo cual la tasa representativa de mercado del lunes será de 2.705, la descolgada ha sido de tal magnitud que sorprendió incluso a las autoridades.
Las estadísticas muestran que Colombia no está sola en lo que atañe al fortalecimiento de su moneda. En general el billete verde pierde terreno en el planeta, con excepto de casos puntuales como el del rublo ruso o la lira turca. No obstante, el peso es la especie más apreciada de todas, con una valorización superior al 9 por ciento desde el primero de enero, algo que llama la atención en esta y otras latitudes.
Al respecto, la explicación más usada es que el salto observado en el precio del petróleo –ubicado por encima de los 70 dólares por barril en el caso de la variedad Brent– es el principal causante del fenómeno. La perspectiva de que el clima de seguridad en el Medio Oriente se deteriore debido a un ataque de Occidente en contra del régimen sirio, lleva a pensar que la oferta de hidrocarburos se puede ver afectada.
Aunque las cuentas son variables, un dólar de aumento permanente en el crudo representa cerca de 160 millones de dólares anuales adicionales para las exportaciones colombianas. Si el escenario actual persiste, el país aumentaría sus ventas externas en cerca de 3.000 millones de dólares, algo que en todo caso no alcanzaría a cerrar la brecha deficitaria de la balanza comercial.
Por lo tanto, no está de más preguntarse si hay elementos especulativos puntuales en lo sucedido, que ahondan la revaluación registrada. Quizás por ello, el Ministro de Hacienda afirmó que no creía que un dólar en 2.700 pesos vaya a ser duradero, entre otras razones porque los precios del petróleo podrían bajar rápidamente si el peligro de una confrontación que involucre a Moscú y Washington se disipa. Mientras las cosas se aclaran, unos aprovecharán la oportunidad y otros tendrán que aguantar el chaparrón.
Ricardo Ávila Pinto
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