La junta directiva del Banco de la República, según la Constitución de 1991, tiene como objetivo principal controlar la inflación. En un reporte del Gerente del Banco, publicado recientemente, resaltaba el éxito del Emisor al anotar que “Las noticias de inflación son excelentes: hace año y medio estábamos en 9 por ciento, estuvimos cerca de 4 por ciento a finales de 2017, y ya estamos en el rango 2-4 por ciento. Nuestra meta de largo plazo es 3 por ciento”. No obstante, dichos logros, la realidad es que en las últimas semanas han surgido factores exógenos que amenazan el anclaje de las expectativas inflacionarias y que deben estar siendo analizadas por el Emisor.
Un primer factor que, seguramente, presentará un choque a la inflación así resulte ser tan solo temporal, será, sin duda, la incidencia de la ampliación de la base del IVA al gravar productos de la canasta familiar que hoy se encuentran excluidos y exentos del gravamen y que constituye un elemento central del importante proyecto de ley de financiamiento que ha presentado el gobierno al Congreso. Algunos analistas han estimado que su impacto al establecerse una tarifa del IVA del 18 por ciento podría llegar a ascender al 2-4 por ciento, pero que sería un choque por una sola vez, ya que no esta originado en la política monetaria a cargo del Banco y que, por lo tanto, resulta ser manejable y en poco tiempo permitiría que la inflación converja al rango meta donde se encuentra actualmente.
Un segundo choque también exógeno que se puede presentar en los meses venideros es un incremento transitorio en los precios de los alimentos, originado en el impacto que pueda tener la sequía que acompaña al fenómeno de ‘El Niño’ en la producción agrícola, y que según el Ideam y los pronósticos climatológicos internacionales, se prolongara hasta mediados del 2019. Este choque se puede amenguar mediante la importación oportuna de alimentos, aunque una parte importante de la canasta familiar esta constituida por productos denominados no transables, como son típicamente la papa y la yuca, y que no se consiguen fácilmente en los mercados internacionales.
Adicional a los factores anteriores, podría presentarse un tercer choque en los precios, y sería originado en el impacto por el lado de los costos, que se daría como resultado de un aumento real significativo en los salarios y, en particular, del salario mínimo legal, en caso de fijarse por encima de la inflación y de la productividad laboral como lo han recomendado algunos notables políticos, y que de convenirse resultaría de una decisión de fin de año por parte Consejo de Salarios que tendría un impacto adverso en el empleo, en los costos de producción y en los precios.
Estos son tres choques exógenos sobre los precios que sumados pueden perturbar las expectativas inflacionarias en los próximos meses. Estas consideraciones hacen pensar que la tarea de la junta directiva del Banco de la República en los días venideros deberá ir más allá de su tradicional manejo monetario, y que dicho organismo tendrá que influir y buscar garantizar, por medio y con el apoyo del Ministro de Hacienda, que, tanto la política de comercio exterior como la salarial resulten ser coherentes con el propósito de mantener ancladas las expectativas inflacionarias. Estaremos atentos a observar cómo se anclaran las expectativas inflacionarias en el 2019.