Las exportaciones colombianas cayeron en los últimos meses 11,5 %, casi lo mismo que los precios del petróleo (de 72 a 60 dólares por barril Brent), mientras que la producción diaria ha crecido a 890.000 barriles diarios (bd), un 2% anual.
Para la salud de la balanza de pagos colombiana importa, por lo tanto, a su vez lo que resuelva la OPEP en Viena el día de hoy y la perspectiva de la producción por fracking en EE. UU., que ha presionado los precios a la baja, por más que la OPEP y sus aliados impongan cuotas. Las dos cosas van juntas.
Las decisiones de los países petroleros, afiliados o aliados, van depender mucho de su visión del fracking estadunidense, cuya rata de crecimiento vertiginoso de los últimos años algunos creen está por disminuir.
Observan que la utilización de taladros ha caído y que un cuarto de ellos están parados. Aún así, el incremento de la producción fracking en los EE. UU. podría pasar de 12,2 a 13,2 millones de b/d en 2020, que es casi suficiente para cubrir el aumento del consumo mundial durante el año próximo.
Los entendidos arguyen que los bancos se cansaron y que no van a apuntarle más al crecimiento en barriles, como ha venido sucediendo hasta ahora.
El énfasis está variando hacia el flujo de caja. Los wildcatters, productores independientes, el mantra del fracking, para quienes prestar y producir era todo, están dando paso a las compañías mejor establecidas como Oxy con Ecopetrol, cuya meta es el retorno de la inversión. Y tiene que ser así porque los que hacen las cuentas afirman que hechas las sumas y restas, la caja no cuadra: se ha invertido más de lo que generado. De ahí las numerosísimas quiebras.
Ante la incertidumbre sobre el futuro crecimiento de la producción por fracking, la OPEP y toda la industria debe decidir si mantener las cuotas actuales, incluidas las de los asociados como Rusia, o si deben aumentarlas. Lo primero menos difícil que lo segundo. Pero, además, no solo EE.UU. amenaza mejores precios; hay que contar también con incrementos de Noruega, Brasil y el ingreso al mercado de la Guayana.
Norteamérica ha llegado a 17.500.000 millones de dólares, de lejos la mayor del mundo, y con su fe en la libre empresa, imposible que se sujete a un cartel.
En los tiempos de don Sancho Jimeno, el héroe de Cartagena en 1698, la Flota de los Galeones de Tierra Firme corría hacia la ruina. Era un cartel que sucumbía a los embates del contrabando y el exceso de oferta.
La OPEP podría tener sus días de efectividad contados. De no reducir producción, consenso difícil de conseguir, la oferta excederá, como ya está comenzando a pasar –Rusia, por ejemplo, ha dejado de cumplir con la rebaja acordada–, en por lo menos en 200.000 bd durante el primer semestre de 2020, suficiente para desestabilizar los precios. Si a esto se le añaden los líquidos y gases de petróleo que acompañan especialmente el fracking y que no se contabilizan para los equilibrios oferta-demanda, el desequilibrio podría ser mayor.
El hilar fino desvela a la OPEP. Menor producción produce mejor precio relativamente rápido, pero al mismo tiempo estimula mayor fracking de respuesta ágil que derrota cuotas. A este no lo contienen sino los precios bajos, porque es un aceite de alto costo de producción. Tamaño dilema que podría dar al traste con la OPEP como cartel y de paso el petróleo colombiano como industria.
Rodolfo Segovia
Exministro - Historiador
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