Los Medias Rojas de Boston lo ganaron todo este año. Una aplanadora. Y, por cuarta vez en el siglo XXI, triunfaron en la Serie Mundial de Béisbol. El doble que San Francisco, que ha ganado dos. Han sacudido con contundencia la maldición del Bambino.
Según una historia urdida por cronistas deportivos, los Medias Rojas, en un apuro financiero, vendieron a los Yankees su estrella Babe Ruth, a poco de ganar en 1918 su quinta Serie del siglo. No volvieron a triunfar durante 86 años. Ruth, el Bambino, el jonronero mítico, los embrujó. En ese mismo lapso, los mulos del Bronx, como se les conoce, ganaron 26 Series mundiales. Esa racha nunca se volverá dar en el béisbol con las reglas de hoy. Hay que resignarse a admirar a los Yankees por el retrovisor.
En el 2004, la maldición estaba viva. Los Yankees iban arriba 3-0 en una serie eliminatoria e iban adelante faltando un out en el último episodio de un partido que dejaba a los Medias Rojas en el camino ¡Se rompió el hechizo! Los patirrojos ganaron el partido, ganaron la eliminatoria y luego se alzaron con la Serie Mundial. No han parado; van cuatro en lo que va de este siglo. Los Yankees, largamente a la saga, llevan una.
La temporada del 2018 fue la mejor en la historia de los Medias Rojas (triunfantes en 119 juegos contra 57 pérdidas) y una de las mejores del béisbol. No fue fruto del azar. Los dueños gastaron 235 millones de dólares en los salarios del año, excediendo el tope que impone la liga para el valor de los sueldos. El exceso conlleva multas fuertes (20 por ciento) y progresivas si se persiste. Sobrepasarse de nuevo en el 2019 es una apuesta cara. Es dudoso que el equipo logre mantener la calidad avasalladora de este año. No tendrían con que pagarla.
Gastar mucho no es lo mismo que gastar bien. En el béisbol, con los abultados salarios de las estrellas se corren riesgos, como cuando hay una lesión o un bajonazo en el rendimiento. Muchos casos se han visto. Los dueños de los Red Sox han sido, casi siempre, muy sagaces en sus inversiones desde cuando John Henry, quien hizo una fortuna multimillonaria en derivativas, y su socio Tom Werner adquirieron el equipo hace 15 años.
Henry y sus socios gastaron juiciosamente, pero con amplitud, y, al mismo tiempo, hicieron lo imposible para diversificar fuentes de ingresos. Comenzaron por ampliar modestamente Fenway Park, hasta donde ello era posible. El estadio es un templo del béisbol con más de 100 años de inaugurado en un espacio restringido. Igualmente importante, definieron su mercado objetivo: toda la Nueva Inglaterra –la Red Sox Nation– y a ella dirigieron el mercadeo, que incluye una estación de TV con gran cobertura. Pero, sobre todo, produjeron resultados deportivos: su afición es muy exigente y apasionada.
Con ingresos e inversiones llegó el éxito. Las Series son la corona, pero, además, los Medias Rojas han estado casi siempre en la pelea del banderín divisional del este de la liga Americana. A Henry, Werner y sus socios les ha ido muy bien. El equipo que compraron en 700 millones de dólares en el 2002, se valora ahora 3.000 millones de dólares.
A don Sancho Jiménez, un batallador, le hubieran gustado los Medias Rojas si hubiese sabido que en las 4 Series mundiales que han jugado en el siglo XXI tienen un récord de 14 juegos ganados a 3 perdidos. Dicen que don Sancho en sus mocedades, antes de defender a Cartagena en 1697, bateaba, con poder, como se estila en el argot del béisbol, bolas hechas con resina de abeto.