Lo de Iván Duque en dos semanas es pan comido. La ventaja de 2’700.00 sobre Petro es demasiado grande. Le bastan los votos de Vargas Lleras (para dónde más van a coger), los de lo liberales que ya se declararon por él y un apenas 10 por ciento de los de Fajardo para ser presidente. Sumaría mínimo 9’500.000, cifra suficiente. Cuestión de aritmética.
La propaganda más inteligente y efectiva de Fajardo fue la de acomodarse en el centro, como contraste entre dos extremos. ¿Cuáles extremos? Iván Duque apenas da para centroderecha, un nicho muy respetable del hemiciclo; Thatcher, por ejemplo. ¡Extrema derecha, el dictador Benito Mussolini! Ni siquiera el expresidente Uribe, con todos sus excesos, dio para tanto en su alocada carrera por la segunda reelección. Y, además, inusual en el extremo que le endilgan, entregó el poder.
Gustavo Petro, en cambio, sí es la extrema izquierda, un elocuente marxista irredento, ahora tácticamente tratando de pasar al “yo no dije eso”. Como él mismo declaró hace unos días en un momento de candidez: no me funcionó la izquierda, ahora me traslado al centro. Doberman disfrazado de Fox Terrier, mientras la coherencia queda enlodada como túnel de Hidroituango. Bobo el que le crea, como la Coalición Colombia que le oficia cinco puntos para la convergencia. Eso es converger solo. No se puede ser tan ingenuo.
En Colombia, resulta frecuente que al fin elijan al candidato que persevera. Es útil, por lo tanto, contemplar las opciones de Petro, y, también, las del próximo gobierno ¿Qué irá a hacer Gustavo desde su tribuna en el senado, con las redes sociales pendientes de su retórica? De proponérselo sería un espectáculo del foro en su papel de Catón denunciando entuertos. Lo hizo con lucidez antes de que lo expulsaran del Polo y ese rol regaría más polvito mágico sobre el asesinato de Raquel Mercado y el del presidente de Texaco, Nicolás Escobar Soto, después de mantenerlo secuestrado en un horrible socavón de un metro cuadrado a más de 15 metros de profundidad.
Es posible que Petro haga lo de Andrés López Obrador (ANLO). Con el rótulo de la izquierda perdió ceñidamente por dos veces la presidencia de México con algo más del 30 por ciento de los votos (en México no hay segunda vuelta). En ambos casos, no aceptó los resultados y clamó hasta el Popocatépetl que había sido víctima de fraudes. Casi un año duraron las protestas con carpas en el Zócalo. Esperó y esperó, y el próximo julio todo parece indicar que lo elegirán presidente de los manitos con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Hasta en el nombre del movimiento, ese sería el plan de ruta que ya ha iniciado Petro con sus denuncias, seguidas, quizá, de desplantes en la Plaza de Bolívar. Cabe resaltar, empero, que ANLO fue un magnífico alcalde de México D.F. (2000-2005).
En cuanto al gobierno del 7 de agosto, frenar a Petro significa desmontar la corrupción con ahínco y calmar la indignación de los colombianos, que tantas alas da a Petro mutado en parangón de pureza. El resto de su discurso es relleno. El gobernador Juan Díaz Pimienta (1699-1705) restableció la confianza, después de la descomposición que fue causa del saqueo y ruina de Cartagena en 1697, cuando don Sancho Jimeno se distinguió en su defensa.