Andres L. Orión, del Washington College, en un documento titulado Let’s Debate: Active Learning Encourages Student Participation and Critical Thinking (Debatamos: el aprendizaje activo fomenta la Participación Estudiantil y el Pensamiento Crítico, presenta una serie de argumentos sobre el papel que tiene el ejercicio de “Debates Estructurados en el Aula” en estimular el pensamiento crítico.
Menciona el artículo que el porcentaje de retención de la información en la mente humana tiene variaciones importantes dependiendo de la forma en que se absorbe: el 10% si es leída, 20% si es escuchada, 30% si es vista, 50% si es vista y leída, 70% si es repetida verbalmente y 90% si simultáneamente es verbalizada, vista y leída.
En la medida que se adentra en el mundo de la tecnología se comprende que decenas de miles de labores por las cuales se pagan salarios hoy en día, serán reemplazadas por robots y redes digitales.
Un atenuante es que al menos al inicio de cualquier proceso de innovación tecnológica se crean como mínimo un número igual de posibles empleos, como efecto de la demanda por digitalización.
El proceso, sin embargo, es desesperada y peligrosamente desigual. Como consecuencia de las habilidades que van a requerir para poder efectuar estos nuevos trabajos, los individuos que posean un título equivalente al bachillerato o menor perderán más empleos a una tasa cuatro veces más rápida que los que tienen estudios más avanzados (según un estudio de McKinsey).
La búsqueda de una respuesta del sistema frente a la pregunta de cómo se va a incentivar el cambio, lleva a entender que se requiere una política que afecte patrones de comportamiento y de educación para lograr que el ajuste que va a requerir la adaptación a la nueva tecnología, logre amortiguar los efectos nocivos que vienen como consecuencia de un aumento en el desempleo.
Proyectado a Colombia, este desafío requiere cambiar esquemas para adaptarse a la llamada Economía del Conocimiento. Un ejercicio educativo como el que se requiere para resolver esta problemática, tiene necesariamente que iniciarse a una muy temprana edad, buscando que el estudiante adquiera destrezas en técnicas básicas de investigación, así como de argumentación lógica.
La capacidad de trabajar en equipos interdisciplinarios es un requisito indispensable en la industria de la digitalización. Esto requiere desarrollar empatía, tolerancia y una actitud inclusiva. Ahora bien, la polarización, entendida como el proceso por el cual hay opiniones divididas en dos extremos, actitud que prevalece más y más tanto en sociedades desarrolladas como en desarrollo, no me parece que en sí sea un problema.
Llegar a extremos como prohibir la introducción de temas en distintos foros o en el diálogo que se da en el comedor familiar con el ánimo de prevenir desavenencias, sí lo es. Se tiene que encontrar la forma de superar la incapacidad de sostener un diálogo constructivo entre personas que difieran en aproximación a temas, incluyendo los que con frecuencia se prohíben tratar (típicamente, religión y política).
Como una forma de introducir disciplinas disruptivas al modelo actual de educación, creo que es válido que el Ministerio de Educación Nacional analice seriamente la posibilidad de introducir la práctica de “Debates Estructurados en el Aula” en el pensum oficial.
Ahora, es evidente que implantar cambios que introducen una nueva aproximación a la enseñanza, ni es asunto fácil, ni va a producir resultados inmediatos. Decenas de años se requirieron para que, a través de la inversión en educación, los “Tigres asiáticos” alcanzaran un crecimiento económico acelerado, que afectó en forma positiva el bienestar societario de estas naciones.
Sin embargo, independientemente del tiempo que se necesita para implementar los cambios, es indispensable adecuarlos a requerimientos de la sociedad del futuro (y del presente) tanto en la metodología como en el contenido a ser comunicado por lo docentes a los alumnos, buscando incentivar el desarrollo de una meritocracia educativa.
Ya hoy se requiere un mayor nivel de capacidad de análisis, pensamiento crítico, y de trabajo en equipo. Métodos como el aprendizaje colaborativo, la simulación y los debates participativos introducen elementos importantes en la formación del intelecto.
Sin duda, aprender a debatir ayuda a generar las competencias blandas que son y serán tan necesarias en el presente y futuro laboral. El esquema de plantear un tema a ser debatido por un equipo previamente definido, teniendo que estar preparado a defender uno de los puntos de vista sin saber si se tendrá que defender o atacar un postulado, hace desarrollar una sensibilidad sobre el punto de vista contrario. Como consecuencia de entender posiciones opuestas de un tema, el defender una de las dos con una posición intransigente, se vuelve menos probable.
Es evidente que un solo cambio en el esquema educativo no es suficiente para mejor adecuar al colombiano del futuro a enfrentar los desafíos de una revolución digital. Pero estoy seguro que un esfuerzo en introducir herramientas como el debate, que más que una asignatura o clase, es una metodología que puede y debe usarse en todas las materias, es en sí, una señal de progreso.
Todo lo que ayude a que se pueda realizar un diálogo civilizado entre personas con ideas opuestas, es un avance. Ayudar a fomentar pensamiento crítico prepara mejor a las generaciones futuras para enfrentar las labores de la nueva economía y es un esfuerzo valioso que solo puede traer beneficios al mancomunado nacional.
Salomón Kassin Tesone
Banquero de inversión
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