Más demoró el gobierno en publicar un proyecto de decreto para resucitar los aranceles a las prendas de vestir, que el mundo entero en oponerse al mismo, como está de moda desde que la tal oposición decidió tumbar a Duque. El decreto establecería un arancel de 40% a las mercancías de los capítulos 61 y 62 del arancel cuyo precio FOB por kilo sea inferior o igual a US$10. Y uno de 15%, en nivel actual, más US$1, a las que sean declaradas por un precio FOB por kilo superior a US$10. En este tema, como los demás, ni los críticos han leído, ni el gobierno lo ha socializado con cifras, para que los afectados y beneficiados entiendan de qué se trata.
Empecemos por las estadísticas. En 2019 fueron importados US$623 millones a través de los dos capítulos mencionados, con un peso de 26.610 toneladas. De lo anterior, US$609 millones y 24.619 toneladas tuvieron un precio implícito inferior o igual a US$10, por lo cual casi todo el peso (97,9%) de la nueva medida recaería sobre las prendas que seguramente están ingresando en condiciones desleales o que son de una calidad muy inferior a la nacional.
Del volumen total, 20.503 toneladas provinieron de apenas cuatro países (China, Bangladesh, Turquía y Vietnam), cuyo valor ascendió a US$444 millones. En los cuatro casos, más de 95% de sus mercancías ingresaron con precio FOB por kilo inferior a US$ 10.
China es campeón mundial del dumping, el segundo es líder en el maltrato a la mano de obra. Ambos, por razones diferentes, merecen que les caiga el peso de la ley colombiana, aunque el castigo parece menor, porque normalmente los márgenes de dumping de China son superiores a 100% y los casi inexistentes salarios en la bahía de Bengala permiten cualquier cosa. A pesar de la evidencia, es asombroso que el mismo gremio de confeccionistas haya calificado al proyecto de decreto como inadecuado y llegan incluso a calificarlo de incumplimiento a promesas de campaña.
Sería bueno que el viceministerio de comercio exterior les explique las cifras y les insista en la importancia de que inviertan en su productividad y calidad, pues ya han recibido suficiente devaluación, rebaja de impuestos y, ahora, protección adicional de 25% en aranceles a prendas que antes solo pagaban 15%.
También sería bueno que muchos de los confeccionistas dejen de lamentarse por los bienes finales importados si ellos mismos importan la mayor parte de sus textiles en condiciones de desventaja que también tienen llorando a los productores nacionales de materias primas.
Sería conveniente que, desde Bancóldex, Procolombia, el Fondo Nacional de Garantías y las aduanas, se dé apoyo adicional a un sector que sí puede sacar provecho de los tratados de libre comercio y otros acuerdos comerciales. Los economistas han puesto en el foco de discusión los temas que más afectan a nuestro sector externo, como la excesiva protección a la industria nacional, que ha hecho que pierda toda su competitividad. También la falta de un propósito exportador explícito por parte del gobierno, a solo 7 años de que se nos acabe el petróleo.
Sergio Calderón A.
Economista
sercalder@gmail.com