Calendarios hay de todo tipo: chino, hebreo, árabe, gregoriano y muchos más. Cada uno tiene su tradición, fundamento y aspecto astronómico. Independientemente de cualquier valoración sobre cada uno de ellos, lo que ha sido una tradición es que el año fiscal coincida con el año calendario; en otras palabras, que el sector privado y público cierren sus cuentas y preparen su presupuesto entre los periodos del primero de enero al 31 de diciembre. Se utilizan estas fechas por la comodidad contable de empatar el año calendario con el fiscal. Este esquema es de alta inconveniencia, ya que para los países de occidente, como Colombia, fechas de alta relevancia cultural como Navidad y Año Nuevo ocurren al final del año. En estas fechas hay dificultad porque muchos de los profesionales especializados en materia contable, auditoría y revisión fiscal están en vacaciones. Adicionalmente, muchos de los gerentes u ordenadores del gasto dejan a encargados durante estas temporadas, lo que conlleva a que los cierres se hagan sin el personal idóneo y con el afán de celebrar estas fiestas culturales. Esto ha llevado a que muchos países cambien su año fiscal por conveniencia: Estados Unidos lo empieza el primero de octubre; Australia, Egipto e Italia el primero de julio; India, Canadá, Hong Kong y Alemania el primero de abril. Para muchos de estos países les es conveniente empezar su año fiscal con las temporadas, bien sea al final de verano o de invierno, en vez del agite del cierre del año calendario. También en el sector privado es común que esto ocurra. Por ejemplo, muchas empresas del renglón el sector de la educación llevan su contabilidad con el año escolar. Para que Colombia pueda hacer su modificación, necesitaría simplemente llevar un presupuesto de ajuste. Dejar que un año el presupuesto fuese de 396 días y empatar con el nuevo año fiscal del primero de febrero al 31 de enero. En Colombia hay un agravante, y es que la contratación también coincide con el año calendario. Si las entidades públicas no contratan el 100 por ciento de su presupuesto para el 31 de diciembre son castigadas con menos recursos el periodo siguiente. Esto lleva a una orgía de contratación entre el 23 y el 31 de diciembre. Tampoco es coincidencia que la gran mayoría de escándalos de corrupción sean de contratos firmados en estas fechas. La falta de veeduría de entes de control, medios de comunicación y personas especializadas, en conjunto con la proliferación de encargos y el afán de pasar tiempo con sus los seres queridos, hacen estas fechas idóneas para la corrupción. El cambio del año fiscal no sólo es para que los trabajadores puedan pasar tiempo con sus familias, sino también es una herramienta contra la corrupción.
Cambiar el año fiscal en Colombia
El cambio del año fiscal no sólo es para que los trabajadores puedan pasar tiempo con sus familias,
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Simón Gaviria
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