Todas las semanas oímos anuncios de equipos que no pueden pagar su nómina. Es una industria poco transparente en sus informes contables, con un complejo legado de vínculos con el narcotráfico y forma arbitraria en su toma de decisiones. El fútbol tiene un mal gobierno corporativo, pues enfoca su actividad en una mentalidad ganadera de comprar jugadores baratos y venderlos caros. Además, es demasiado dependiente en su taquilla. El negocio del deporte cambió en el siglo XXI, está enfocado en materia de derechos de televisión y de mercadeo.
Cuando el Real Madrid compra a Cristiano Ronaldo por 94 millones de euros, no lo hace porque lo vaya a vender más caro, sino para vender camisetas. La ley de fútbol, si bien no es mágica, sí va a lograr imponer un buen código de administración a los equipos.
El espíritu de la norma es crear los incentivos dentro de la cultura corporativa para guiarlos hacia este nuevo siglo.
La exigencia y vigilancia contable es superior. Se tienen que adherir a los controles de gobierno corporativo de la sociedad anónima o de las sociedades que contempla el Código Civil colombiano y se fomenta la democratización.
En el camino de la conversión cualquier donación que se haga a los equipos y que se aspire a convertir en acciones deberá ser avalada por la Unidad de Análisis de Información Financiera con respecto a sus orígenes.
También se va a requerir un patrimonio líquido mínimo para poder empezar el campeonato. La idea es hacer una proyección de gastos de los equipos en los que corre la temporada y requerirles reservas para no tener el constante espectáculo de que a estos se les acabe la caja y no puedan funcionar. El mecanismo de conversión garantiza equipos bien capitalizados; al definir el proceso debe hacerse una oferta pública que deberá, como mínimo, doblar el capital actual donde podrá participar cualquier persona. Los nuevos inversionistas pueden invertir en pie de igualdad con los actuales dueños, de manera que el que quiere jugar debe pagar. Esta puja por el control de los equipos debería beneficiar el balance de los mismos.Hoy, para intervenirlos hay que esperar hasta cuando ya no hay nada que hacer.
Por eso, utilizando las herramientas de la 1116, la idea es que en cuanto el patrimonio caiga por debajo del 70%, no puedan pagar nómina o haya dudas sobre sus informes financieros, la Superintendencia de Sociedades podrá nombrar un promotor para reestructurar y salvar los equipos de manera oportuna. Otro capítulo de la nueva ley de fútbol está en el control de las barras bravas.
Quien promueva la violencia en escenarios deportivos y culturales se castigará con multas de hasta 500 salarios mínimos mensuales, cerca de $250 millones, así como establece prisión de 3 a 10 años. Colombia es una economía pujante, dentro de poco estará entre las 30 más grandes del mundo. Sobra decir que es un país obsesionado con el fútbol. Hacer equipos económicamente viables, que inviertan en sus semilleros, le brinden un buen espectáculo al hincha y sean autosostenibles es una meta fácil. Si se fracasa es por incompetencia o pasa algo extraño en los informes contables.