Probablemente no hay tema más político, en el buen sentido de la palabra, que la pobreza. La construcción de igualdad y eliminación de la pobreza es parte fundamental del discurso de todos los partidos; muchas veces es el eje fundamental de cómo definimos si se es de izquierda o de derecha.
Por eso, sorprende el silencio en torno al Conpes 117 del 2008, que modifica de manera estructural al Sisbén y que entra en vigencia en el primer semestre del 2011. Se está cambiando de manera fundamental la estructura social del Estado y nadie dice nada.
Originalmente, creado por la ley 100 de 1993, el Sisbén es el mecanismo a través del cual se focalizan los 22 programas de mitigación de pobreza; se hace a través de una encuesta que determina la calidad de vida de las personas. Este sistema habilita el acceso a programas como Acces, de becas de educación, subsidios de vivienda, Régimen Subsidiado de Salud, comedores comunitarios para el adulto mayor, Familias en Acción, desayunos calientes para los niños, entre otros.
El Conpes 117 preveía que saldrían 2.5 millones de personas, sin embargo, el saliente director de Planeación elevó la cifra a un poco más de 5.5 millones.
Se está imponiendo la 'teoría del amor brusco', que pregona que la gente es pobre por perezosa o que hay pobres, porque existen los subsidios. El Conpes es ideológicamente el primo de los decretos de emergencia social. Una manera, por la puerta de atrás, de desmontar los importantes avances en concepción del Estado que nos dejó la Constitución del 91.
Algunos dirán que hay muchos colados en el Sisbén, y sí los hay, por lo menos unos 166.000 casos, que representan apenas el 0,5% del total del sistema; un hecho que genera indignación, pero que no justifica desmontarlo.
Según cálculos de Planeación Nacional, en Bogotá saldrían 357.500 personas del Régimen Subsidiado de Salud. Un costo que pasaría de pagarlo la Nación a costearlo el Distrito. Pero sabemos que en las encuestas preliminares 39,2% de las personas que antes estaban en Sisbén 1 y 2 pasarían al 4, 5, y 6. Según los cálculos, 40% de los habitantes de Ciudad Bolívar son de los niveles altos del Sisbén. Abiertamente absurdo, si se contrasta con la realidad sobre el terreno.
El nuevo sistema reemplaza el concepto de pobreza absoluta por el de pobreza relativa. Ya no hay una métrica absoluta de pobreza. Ahora lo que se busca es comparar pobres con los más pobres. Por eso, aún en los barrios más humildes de Bogotá, como el Caracolí, donde hay problemas de servicios públicos y la mayoría de las calles no están pavimentadas, el nuevo Sisbén dice que el 20% de las personas son de Sisbén alto; otro atentado contra la focalización adecuada. Se debería encuestar el total de la población y no hacerlo simplemente entre las personas de menores recursos.
Adicionalmente, el principio de solidaridad del Estado en la defensa de los menos favorecidos se debilita. Ahora ser parte del Sisbén 1 ó 2 no es garantía de ningún tipo de ayuda. Los ministerios podrán definir cortes de acuerdo con la disponibilidad presupuestal de las entidades, esto es opuesto a los esfuerzos contracíclicos que deben tener los programas de ayuda social.
El nuevo Sisbén aumentaría cobertura de programas en la prosperidad, pero recortaría los cupos durante la desaceleración, que es cuando hay más desempleo y existe una mayor necesidad de estos. Lo más grave es que este nuevo Conpes, que deja el Gobierno saliente, podría poner en peligro la meta del presidente Santos, de sacar de la pobreza a 8 millones de colombianos.