Desde hace 15 años, la vida de César Artunduaga transcurre al pelo: es peluquero.
A este trabajo llegó influenciado por un hermano, quien un día decidió salir de Timaná (Huila) –uno de los municipios más antiguos del país- a probar suerte en Bogotá. Luego de cuidar carros frente a una peluquería, se le puso ‘al corte’ a aprender el oficio, hasta que terminó siendo un empleado más del centro de belleza.
Mientras aprendía, César también hacía oficios varios en la capital del país, aunque el camino ya estaba trazado: su oficio sería el de peluquero, y varios años después se convirtió en empresario del sector, hasta el punto de que hoy es dueño de un salón ubicado en un lugar estratégico de Bogotá, en la calle que separa a los hoteles Marriott y Sheraton, en Ciudad Salitre.
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¿De dónde le salió la vena de peluquería?
Yo llegué de Timaná a la peluquería donde trabajaba mi hermano y me puse a aprender practicando con muñecas. Hice un curso de corte que duró dos meses y me gustó, más aún cuando empecé a ganar plata. Desde entonces vengo realizando cursos y capacitaciones en maquillaje y otros temas relacionados con la actividad. Todos los días se aprenden cosas nuevas y tendencias.
¿Cuál fue su primer trabajo como peluquero?
Mi primer trabajo fue en la cadena de peluquerías Vidal, en un salón de la Colina Campestre. Entré como auxiliar de uno de los peluqueros, y cuando hubo una vacante me asignaron una silla, porque ya estaba preparado para desempeñar el oficio. Allí estuve ocho años.
¿Qué recuerda de la primera peluqueada?
Estaba muy nervioso, temblaba del susto, pero la clienta, que era una morena crespa, quedó satisfecha con el corte que le hice. Poco a poco fui cogiendo cancha.
¿Prefiere hacer el corte a una mujer o a un hombre?
Prefiero a una mujer, porque ellas demandan más servicios. Vienen para un corte y terminan haciéndose tintura, cepillado, maquillaje, manicure y pedicure, y les puedo vender diferentes productos o tratamientos.
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Los hombres solo vienen al corte y nada más, aunque últimamente se ha venido diversificando la demanda de servicios por parte de ellos. Muchos ya se hacen tintura, mechones y hasta manicure.
¿Alguna vez le ha protestado un cliente por un corte o un trabajo?
Sí, claro. El peluquero que diga que nunca le ha protestado un cliente está mintiendo. Es lo mismo que el que dice que nunca se ha cortado mientras está trabajando.
¿Qué otros accidentes pasan en este oficio?
También puede pasar que haya un accidente con un cliente, pero es menos común. Es decir, que el cortado sea él. Eso es complicado, pero el manejo de esa situación depende mucho de esa persona. Hay algunos muy complicados, y tienen razón. Cuando sucede esto, ni siquiera se les puede cobrar el servicio.
¿Qué es más difícil, hacer un corte a una persona de pelo crespo a una de pelo liso?
Para hombres es más fácil si tiene el pelo crespo, pero a una mujer es más fácil si su cabello es liso.
¿Cuántos tipos de cortes sabe hacer?
Muchos. Los que me digan. Aunque las personas siempre piden consejos o asesoría sobre el tema, pero la mayoría de veces quieren que sea solo una despuntadita.
Algunas mujeres quieren que uno les cambie el ‘look’ sin cortarle el cabello, es decir, que le conserve el tamaño. Entonces toca poner a prueba lo aprendido para estos casos.
¿Cómo se corrige el error de un peluquero?
Si el error fue que le cortó mucho el pelo, lo máximo que se puede hacer es buscarle una opción de un look que lo deje satisfecho, porque una vez cortado el cabello ya no es posible dejarlo más largo. Pero si el cliente dice que lo quiere un poco más corto, pues es fácil corregir. Igual sucede con las tinturas. Muchas se pueden modificar, aclarar u oscurecer.
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¿Un cliente fiel viene cada cuánto a su salón?
Las mujeres hasta dos o tres veces por semana a cepillado y manicure. Los hombres generalmente vienen cada mes.
¿Cómo le ha ido desde que se independizó?
Me independicé hace 10 años y me ha ido muy bien. El cambio es significativo en materia económica, pero eso depende de la calidad del servicio y de la clientela que uno tenga. Hoy genero empleo para ocho personas, la mayoría del Huila, aunque hay algunos de Boyacá y Tolima.
¿Qué opina de las barberías?
Eso es una moda. Llega el boom y todo el mundo usa barba, pero apenas los famosos, los artistas y los deportistas dejan de usarla se acaba el trabajo. Lo que pasa es que la barba se arregla ahora con equipos especiales y no con barbera como se hacía antes.
¿Y otras personas de su familia han seguido sus pasos y los de su hermano?
Sí. Desde que nosotros iniciamos en el oficio a comienzos del 2000 hasta hoy, hemos traído y vinculado al oficio a unas 300 personas, entre familiares y amigos, especialmente huilenses.
¿Y todos trabajan en Bogotá?
La mayoría. Yo tengo ocho personas trabajando en mi peluquería, en distintas actividades. Otros aprenden y se van a laborar a otro lado, y algunos se han ido de la ciudad.
¿En este oficio hay temporadas malas?
No es que sean tan malas, pero sí baja la demanda en febrero y marzo.
Y ¿cuáles son los mejores meses?
Diciembre y noviembre porque empiezan los grados, bautizos, matrimonios y todo el mundo quiere estar bien arreglado para recibir la Navidad y el año nuevo.
¿A qué horas inicia su jornada y a qué horas termina?
Inicio a las 6:00 de la mañana y termino a las 7:00 de la noche. Es más, cuando hay clientes esperando me toca continuar hasta atenderlos a todos.
¿A cuántas personas alcanza atender en un día?
En promedio, unos 12 o 15 servicios. Pero las veces que más personas he atendido llegué a 30 o 35 clientes. Son días en los que uno no para de trabajar.
¿Cuál es el cliente que más tiempo ha permanecido en el salón haciéndose diferentes cosas?
Ha habido mujeres que duran cuatro horas acá. Los nombres son los que menos tiempo gastan en un salón de belleza. En promedio, no duran más de media hora.
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¿Cuál es el mayor pago que una mujer ha hecho en su salón?
Hay personas que han invertido hasta $800.000 en su cuidado personal, en una sola visita al salón.
¿Qué porcentaje de sus clientes son mujeres y qué tanto son hombres?
El 90% de los clientes de este salón son mujeres, y el 10% hombres.
¿Los hombres cambian mucho de corte?
A algunos les da por variar, pero a veces se arrepienten y vuelven a que los dejemos como estaban antes.
¿Los clientes dan propina?
En Colombia solo dan propina los extranjeros. Ellos se encargan de decirle a uno que le agregue a la cuenta el 10% o el 20% de propina.
¿A qué personajes ha peluqueado?
A muchos, pero que recuerde a Paulina Vega, Reynaldo Rueda, Andy Montañez y al jugador de fútbol francés Antoine Girezmann.
¿De qué se enferma un peluquero?
Del síndrome del túnel del Carpiano, la misma enfermedad que afecta a quienes realizan acciones manuales repetitivas.
Édmer Tovar Martínez
Editor Portafolio impreso