“¿Por qué en lugar de desayunar una paella –o un arroz con pollo– optamos por un bol de arroz inflado achocolatado y bien cargado de azúcar?”. Con esta pregunta Marián García (Boticaria García), doctora en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, graduada en Nutrición Humana y Dietética, y el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, diplomado y graduado en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Alicante, inician su charla-taller ‘Switch off the Sugar: Aprende a vivir sin azúcar añadido’, en la que desmienten algunos de los principales mitos sobre esta sustancia blanca usada para endulzar nuestra dieta y brindan consejos para sustituirla.
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Sánchez asegura que el mayor mito sobre el azúcar es que resulta indispensable para el ser humano; pero “por mucho que lo hayamos escuchado”, resalta, “nuestro cuerpo no necesita azúcar para vivir, sino glucosa. Y la glucosa se puede obtener a partir de muchas fuentes naturales y más saludables que el azúcar”.
Además, afirma que la publicidad engañosa de los alimentos trata de imponer la creencia de que el ser humano necesita azúcar para aguantar activo hasta el final del día, “llevamos años cayendo en este error sin pensar que es glucosa lo que realmente se necesita, un compuesto que podemos encontrar en alimentos que ni siquiera tienen un sabor dulce”, señala el experto.
“ Se ha mentido mucho sobre el azúcar”, como explica en un artículo de su blog titulado ‘Mentiras científicas del azúcar’, “con lo cual –señala– es comprensible que la gente esté muy confundida”.
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Otro de los principales mitos es la extendida creencia de que productos como el azúcar moreno, panela, miel o el sirope de agave son una alternativa saludable al azúcar, cuando, en realidad, el porcentaje de azúcares libres que contienen es similar.
Durante la charla-taller de García y Sánchez, que se puede ver en YouTube, se explica si bien la gente sabe que el azúcar añadido “lo encontramos en mayores proporciones en endulzantes, postres, pastelería y refrescos, casi nunca somos plenamente conscientes de lo que implica cada ración de consumo de uno de estos productos”. Por ejemplo, una persona que beba un refresco o una bebida energética puede llegar a ingerir de golpe entre 35 y 70 gramos de azúcar sin casi percibirlo.
En este punto es importante distinguir entre el azúcar intrínseco y el azúcar libre. El primero es el propio de los alimentos. Por ejemplo, una naranja lleva azúcar, pero es el azúcar propio del alimento, cuya liberación en el organismo será más lenta debido a la presencia de fibra, entre otras cuestiones, según los expertos. “Sin embargo, si convertimos la naranja en un jugo, su azúcar pasa a ser un azúcar libre y se comportaría en nuestro organismo como el azúcar añadido. Esto es algo que mucha gente desconoce”, agrega García.
Por eso siempre hay que preferir los hidratos de carbono de absorción más pausada o lenta, y en esto la fibra es clave, pues son los mejores para la salud en tanto que cumplen su función energética, calman el apetito y no generan grandes sobresaltos en los niveles de azúcar en la sangre como los de absorción rápida.
Otro aspecto interesante que destacan es que “nuestra compra (mercado) puede llevar kilos de azúcar, aunque no hayamos comprado un solo paquete. Solo el 20 por ciento del azúcar libre que consumimos lo añadimos directamente a la comida. El resto del azúcar, nada menos que el 80 por ciento, se encuentra oculto en los alimentos”, explica la nutricionista en la entrada de su blog ‘¿Cuánta azúcar lleva tu cesta de la compra?’.
Consultados sobre la razón de añadir azúcar a los alimentos, Sánchez indica que la principal y más extendida es para dar mejor sabor a los productos. “Es frecuente la adición de azúcar en alimentos con ‘0 % de grasa’, ya que al retirarle la grasa, el alimento tiene peor sabor y por eso le añaden azúcar. Pero también hay razones tecnológicas, y así esta sustancia es añadida para conservar mejor los alimentos, regular la acidez de algunas preparaciones, caramelizar o hacer una disolución más espesa”, apunta García.
Respecto de los efectos nocivos que podría tener sobre la salud este azúcar añadido, Sánchez señala que cuando se consume en exceso puede contribuir a que aparezcan enfermedades como sobrepeso, hipertensión, dislipemias (presencia de altos niveles de lípidos en la sangre). En Colombia, la diabetes es la sexta enfermedad que más muertes causa, con al menos 6.000 al año, y es padecida por aproximadamente 4,5 millones de personas, según el Instituto Nacional de Salud.
Según explica el Dr. Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo de la OMS, “el azúcar no es necesario desde el punto de vista nutricional. La OMS recomienda que si se ingieren azúcares libres, estas aporten menos del 10 % de las necesidades energéticas totales.
El problema es que estos azúcares libres se ‘camuflan’ en las etiquetas de los productos con decenas de nombres distintos, lo que hace las cosas más difíciles para el consumidor.
“Lo que si está claro es que su consumo excesivo se asocia a un mayor factor de riesgo en la aparición de diferentes tipos de cáncer”, añade García.
La experta también dice que “el exceso de azúcar puede tener efectos negativos en la microbiota o flora microbiana, perjudicando a nuestras bacterias buenas, y también puede llevarnos a comer más alimentos azucarados poco saludables, porque favorece la liberación de dopamina, generando un efecto de recompensa en nuestro cerebro”. No en vano todos los expertos coinciden en que el azúcar es una sustancia altamente adictiva.
EFE