En esta época, en la cual es más difícil predecir y todo pareciera suceder más rápido, es evidente para las compañías la necesidad de evolucionar a mayor velocidad. Con el fin de lograrlo, ellas deben acceder a recursos que no poseen, adquirir capacidades que no han desarrollado o complementar su portafolio, de manera casi inmediata para asegurar su sostenibilidad en el corto y mediano plazo. Un camino expedito para cerrar esas brechas es la constitución de alianzas estratégicas con otras organizaciones.
En el marco de una sesión sobre pensamiento estratégico con el equipo ejecutivo responsable de identificar, explorar, estructurar y poner en marcha las alianzas en uno de los grupos empresariales más importantes de nuestro país, reflexionamos, desde su experiencia, sobre las buenas prácticas para adoptar esta ruta que ha sido clave para la ejecución de su estrategia.
Este equipo de expertos considera que, para abordar las alianzas como un patrón estratégico, son necesarias algunas condiciones y actitudes de parte de una organización. Es indispensable, en primer lugar, un alto conocimiento de la estrategia propia para identificar las mayores necesidades y mejores oportunidades de generar valor, mejorar la competitividad y ganar en diferenciación de la mano de un aliado.
Así mismo, es necesario reconocer rápidamente las limitaciones internas de la empresa, al margen de cualquier arrogancia, y enfrentarlas con un alto sentido de urgencia para encontrar coherente el camino de aliarse, aun cuando aquel implique compartir con el otro parte del valor creado.
Una vez identificado un potencial aliado, es clave la curiosidad para acercarse, hacerle preguntas y procurar entenderlo a profundidad, así como la apertura para responder a sus inquietudes y dejar explícitos los intereses propios.
La transparencia mutua es crítica para identificar las posibilidades reales de alianza, desde los intereses genuinos de cada uno más que a partir de sus posiciones iniciales, así como desde el entendimiento de los verdaderos activos estratégicos con los cuales cuentan juntos para escoger un camino de exploración factible.
Es igualmente importante aproximarse a las conversaciones exploratorias con una disposición flexible, en tanto los ámbitos para una eventual alianza pueden ser incluso diferentes o más amplios que los que motivaron el acercamiento inicial.
Las alianzas se estructuran buscando generar valor tangible para ambas partes, como condición definitiva para su sostenibilidad, y en tal sentido esa es una métrica para identificar el mejor camino para avanzar.
Por ello también es indispensable actuar con sensatez y resistir la tentación de poner en marcha alianzas en las cuales sea evidente la asimetría en el esfuerzo, en el aporte de recursos o conocimiento, o en el reparto del valor generado.
Finalmente, es relevante definir mecanismos de salida para las partes cuando, por ejemplo, cambios en las circunstancias vuelven una alianza obsoleta en tanto pierde capacidad para servir al propósito para el cual fue estructurada, así como mitigar el riesgo de una ruptura abrupta.
Las organizaciones que deseen mantenerse a la vanguardia y garantizar su sostenibilidad competitiva, bien pueden encontrar en las alianzas estratégicas un camino para lograrlo.
Carlos Téllez
Consultor
ctellez@bexco.co