SÁBADO, 27 DE ABRIL DE 2024

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Francisco Montes

No avanzamos en infraestructura

Elefantes blancos son un común denominador en las regiones. Las vías nacionales a medio terminar son otro dolor de cabeza.

Francisco Montes
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Francisco Montes

En Colombia es muy común buscar la calentura en las sabanas. Hacemos infinitos comentarios sobre el crecimiento económico, innumerables debates con respecto a los índices de pobreza, numerosas reuniones cada final de año para debatir el salario mínimo, se realizan constantemente congresos para analizar la infraestructura del país, nos quejamos en todo momento por la corrupción, armamos plantones por los costos de los servicios público; en fin. No obstante, el cuello de botella y el factor que nos tiene atollados, en esas tertulias, se mira por encima y casi de manera desatendida.

La infraestructura; refiriéndome a ella no sólo a las vías; pues también hacen parte de la estructura los puertos marítimos, aeropuertos, las redes de acueducto, alcantarillado, hospitales, energía, telecomunicaciones y gas.

Elefantes blancos son un común denominador en las regiones. Las vías nacionales a medio terminar son otro dolor de cabeza. Por ejemplo, la Bogotá-Girardot. Totalmente penosa la situación toda vez que lo único que se puede ver allí es un trancón. Billones de pesos gastados pero el resultado es nulo.

El Ministerio de Transporte indica que la red de carreteras en Colombia llega a 205.109 kilómetros de los cuales 17.993 km corresponde a la red primaria nacional, 44.833 a la red secundaria Nacional y 142.284 km a la terciaria. El reporte también señala que cuenta con 5.097 puentes a nivel nacional y 2.279 km en doble calzada, 10 viaductos y 40 túneles.

Por lo general, las cifras las muestran de esta manera. No obstante, encontrar un balance entre el tráfico, tiempos de desplazamiento, tipo de productos, como también sus costos y precios de transporte y sus efectos en el PIB y la inflación; es realmente incipiente.

Estamos acéfalos en Colombia y más aún en las regiones de planes viales actualizados y sus efectos en la productividad. La ejecución de los proyectos viales es lenta, contaminada con innumerables actas de suspensión. Los procesos licitatorios son tormentosos y los precios se manejan buscando un piso, lo que conlleva realizar innumerables adiciones.

Nos caracterizamos por durar años para terminar una vía, lo que ocasiona que la planeación inicial se encuentre obsoleta al momento de terminarla. Indicadores de competitividad así lo reflejan, por ejemplo: hay 3.528 kilómetros de red ferroviaria, pero el 63% no funciona. Las vías terciarias representan el 69% de la red vial, de las cuales el 94% está en mal estado. De acuerdo con el Registro Único de Asociaciones Público-Privadas, en el 2021, de los 812 proyectos registrados, un 65% fueron fallidos o declarados desiertos.

Asimismo, pasa con el resto de las estructuras. En este orden de ideas, es necesario evaluar la capacidad ingenieril del país y que el gobierno nacional de ejemplo, para que los entes territoriales sean eficientes en esta materia.

FRANCISCO MONTES VERGARA
​Magister en Economía - Magister en Ingeniería.

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